En los años treinta, no era extraño ver a los a un grupo de chicos remojándose en alguna fuente de la capital granadina, cuando no en el mismo cauce del río Genil.
La falta de ‘baños públicos’, como se llamaban entonces, se hacía notar cuando el calor apretaba y «sentimos las angustias de la asfixia en estas coquetonas grilleras con nombres de pisos», se queja un redactor de IDEAL en un artículo publicado el 17 de julio de 1936. En la información, se detallan los intentos que se había realizado hasta la fecha para la construcción de piscinas públicas.