12 de marzo de 1935. Los trabajos para pavimentar la Plaza Larga están a punto de terminar. Más de catorce mil pesetas se gastó el ayuntamiento en unas obras que comenzaron a mediados del mes de enero de aquel año y en las que se empleaban, cada día, entre ocho y diez obreros (los últimos días de la obra el número de trabajadores se redujo a seis. Ojo, fueron despedidos por sorteo). En un principio se pensó en pavimentar toda la plaza dejando una acera que la rodeara para el tránsito de peatones, pero este proyecto se desechó por lo imposible que hubiera resultado regular el tráfico. Definitivamente se decidió construir una calzada de tres metros y medio de ancho, alrededor de la plaza para facilitar la circulación de antomóviles «y carros».

012GRA19350313_plaza_larga_portada

En el centro se construyó un paseo en forma de andén y rodeándolo, una cenefa con piedrecitas blancas y grises de empedrado artístico con el que también se decorará la parte central de la plaza.

Según la crónica del periódico, parece que los vecinos se alegraron mucho de la desaparición de los seis árboles que estaban plantados, más altos que muchas edificaciones de la vía, y que se talaron. Al parecer, y siempre según la crónica «la extensión de las ramas era tan extraordinaria que tapaban las buenas perspectivas y rompen la estética». Los árboles se sustituyeron por diez tilos colocados en los laterales del paseo-andén.

Al mismo tiempo se pavimentó el entorno del Arco de las Pesas «para que quede en este tramo de la calle un apartadero de vehículos».

004GRA19350314_plaza_larga