Cuenta la historia que a finales del siglo XVI, coincidiendo con una gran epidemia de peste los reinos de Sevilla, Galicia y Granada, aparecieron en el Sacromonte las reliquias de SanCecilio, el primer obispo de Granada, y sus compañeros mártires, que habían venido a predicar el Evangelio. Junto a los restos, se encontraron los libros plúmbeos que contaban las doctrinas del Santo, un sincretismo de las islámicas y cristianas con un fondo monoteísta. Para salvar a la población de la violenta epidemia, el Cabildo pidió protección a los Santos Mártires con un voto solemne por el que la ciudad subiría todos los años, cada 1 de febrero, a ofrecerle al Patrón una ofrenda de incienso y flores. Y así ha sido desde entonces. Aunque en los años 60 la celebración perdió el esplendor de antaño, a finales de los setenta el ayuntamiento se preocupó por poner en valor una tradición tan popular y granadina, recuperándose la ceremonia tal y como se planteó en sus orígenes: un acto cívico religioso con un estricto ritual (elección de comisarios por parte del Ayuntamiento y Abadía, visitas protocolarias, ceremonial durante la procesión y eucaristía…), al que suceden festejos populares en la explanada frente a la Abadía, mientras se degustan las tradicionales habas con ‘salaíllas’ regadas por vino mosto granadino. La tradición, incluía la invitación a las autoridades de tortilla del Sacromonte, jamón con habas y glorias de bizcochos del convento de Zafra.
A partir del año 91 el ayuntamiento trasladó la celebración al primer domingo de febrero para mantener como fiesta el día del Corpus. Y una curiosidad para cumplir con la efeméride de hoy: en 1935, hace ahora 80 años, se abrieron por primera vez desde 1599 las cuevas en cuyas galerías subterráneas cuenta la leyenda que fue martirizado el copatrón de la ciudad y los siete mártires. Hasta ese día, la visita sólo podía realizarse el día de la Candelaria.
También forma parte de la tradición el besar la milagrosa piedra que tiene la virtud de conseguir casamiento, aunque es justo decir que cerca de ella hay otra que produce el efecto contrario y logra el ‘divorcio’ instantáneo para quien la toque.
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