En esta política de elefante en cacharrería que aplica con firmeza la Administración en materia sanitaria y de servicios sociales, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) en Granada ha decidido que en los veranos no hay que ponerse enfermo por las tardes porque los centros de salud cerrarán en la capital y en los demás funcionará con los justo, que casi es mejor no preguntar. Trece de catorce, para ser exactos, no tendrá n consultas por las tardes y mantendrá el servicio en uno localizado en la Gran Vía, en pleno centro de la capital, decisión que tendrá su explicación pero que no acabo de verla.
El ajuste, que da una vuelta de tuerca más a la severa austeridad en recursos y personal en los centros sanitarios, no solo desgasta un poco más el progresivo deterioro asistencial que intenta por todos los medios la Administración con la burda excusa de la crisis, mientras mantiene otros gastos cuanto menos discutibles y seguro que prescindibles. Es también una contradicción de la propia Administración sanitaria. Durante años ha insistido en la necesidad de utilizar los recursos de Atención Primaria, el médico de cabecera de toda la vida, para aliviar el colapso que sufren las urgencias de centros especializados y hospitales a los que se acude con frecuencia con patologías banales. Ahora el Servicio Andaluz de Salud ha decidido empujar a los usuarios a las urgencias porque de consultas y médicos de cabecera nada de nada. Incluso en la Costa el SAS ha pensado por decreto que las vacaciones duren solo los meses de julio y agosto y elimina el plan de refuerzo durante los meses de junio y septiembre. Ya hubo un alcalde que prohibió a sus vecinos morirse porque no había espacio en el cementerio. La Junta redondea la idea y prohíbe ahora que enfermen en verano por las tardes. Ni ponerse malos ni morirse. Estamos mejor que queremos.