Granada se reatroalimenta permanentemente de errores y desatinos. Parecería una condición genética que forma parte del ADN de los partidos y de sus dirigentes. El último caso ha sido el fracaso de la candidatura de la Alpujarra para convertirse en Patrimonio de la Humanidad, un título que en principio se antoja positivo para el presente y el futuro de la comarca como lo ha sido para otros territorios y ciudades que disfrutan del privilegio del reconocimiento mundial de ser únicos y singulares, es decir algo que en si mismo supone garantía para preservar sus valores y recursos y un atractivo para atraer potenciales recursos sociales, culturales, económicos y turísticos. Nadie podría concebir ni tolerar, sean o no alcaldes y concejales, otra cosa para un territorio Patrimonio de la Humanidad que no fuese más vida y futuro del que ya tiene. Pero las dudas y la confusión han sazonado el habitual guiso de la polémica granadina cuando menos se esperaba hasta sembrar la división y la falta de apoyo como excusa para meter la propuesta en el cajón del olvido y frustrar el proyecto. La comarca se ha quedado aparcada hasta una ocasión mejor, que es lo que con frecuencia y por desgracia ocurre en la zona.
Si lo ocurrido es irritante, lo que ha sucedido después no lo es menos. No es de recibo que los dirigentes de partidos e instituciones se echen ahora las culpas en ruedas de prensa en las que se les ve blandiendo papeles y justificaciones. Todo lo que suceda ahora, de quien sea o no la culpa, importa menos que el año como mínimo de retraso que tendrá esta iniciativa, e importa menos que la capacidad que han demostrado políticos y partidos granadinos para ponerse de acuerdo en una buena idea para Alpujarra y para Granada, comarca y provincia, por cierto demasiado castigada por los retrasos y las esperas. Y sobre todo importa menos que la imagen de división que hemos pegado en la etiqueta de esta iniciativa que, probablemente se quedará grabada de por vida. ¿Es mucho pedir un poco de consenso por encima de ideologías y siglas de partido?
La noticia se comenta sola. Ese amplio potencial que Granada encierra en un amplio aspecto de sus muchos atractivos económicos, turísticos….. hasta de sus gentes, por mucho que se quiera atizar «mala sombra», en términos generales no suelen luchar por ellos; hay «indolencia». Un detalle que me dolió y no puedo olvidar: Vino el entonces presidente de los EEUU, Clinton, ensalzó la belleza de las vistas de la Alhambra desde S.Nicolás, que tuvo repercusión mundial, reforzando la que ya tenia, lo grabaron en una pequeña leyenda de hierro fundido, -pero es igual, aunque sea de hierro- los politicastros los destruyeron. Algo parecido a la actitud comentada de la Alpujarra.
Menos mal que Granada es maravillosa ….incluso a pesar de esos «negaos».