El Gobierno ha aprobado un real decreto-ley que va muy poquito más allá de un titular de prensa de esos que suenan bien y se vende mejor para hacer creer a los ciudadanos algo que no es en realidad. Es decir, el Consejo de Ministros ha aprobado una ley para acabar con la tragedia de los desahucios durante dos años. ¿Verdad que suena bien? Claro, es como la música de Bruce Springsteen, que aunque no sepas inglés te hace sentir mejor, pero con la enorme diferencia de que la música del ‘jefe’ es grande y es auténtica.
Después de que dos personas hayan arrojado sus vidas por una ventana, todo el mundo exigía a este Gobierno que hiciese algo para dejar de ver a ancianos arrastrados por la Policía fuera de sus casas o niños llorando en los brazos sin esperanza de padres que lo han perdido todo. Se lo pedían ciudadanos y hasta los jueces, y el Ejecutivo de Mariano Rajoy sabía que algo debía dar para calmar las conciencias. Y lo ha hecho sin demasiada voluntad y menos convencimiento.
Después de varias reuniones en las que Gobierno y oposición no se han puesto de acuerdo, ha aprobado poner en marcha un titular de prensa que remite a cláusulas en la letra pequeña en las que se uno se encuentra con la sorpresa de que ni se frenan los desahucios, porque son los menos los que podrán beneficiarse de esta medida, ni se soluciona el problema de la familia que debe una hipoteca y no puede pagarla. Demasiados requisitos, demasiadas exigencias y hasta demasiadas incongruencias en una ley que frena el desahucio de una familia con un niño menor de tres años pero permite tirar a la calle a la familia con dos niños a partir de los cuatro. Da la impresión de que Rajoy, en el momento de firmar el decreto-ley, levantó la cabeza y con disimulo guiñó un ojo a la banca. El caso es que ha sido una oportunidad perdida para solucionar, de verdad, un problema social, y un acto más del sainete en el que los dirigentes políticos dan por hecho que los ciudadanos son gilipollas y no se enteran de ‘na’.