Por una hora he tenido el privilegio de los sentidos como un remolino en el que se funden aromas, luces y sensaciones. Por la Dehesa del Generalife, entre pinos y retamas, he visto como se despereza Granada entre la niebla densa que la arropa. Paseo con Dara por los veredas que huelen a hierba mojada y tierra fresca, entre chumberas y cuevas donde duermen a esta hora los románticos de medio mundo que se ocultan en las laderas de Sacromonte. Se escuchan ladridos de perros, tañidos de campanas desde la Abadía y, al fondo, el agua brava que se encamina hacia el Paseo de los Tristes. Apenas se dibujan los perfiles de la Alhambra y, a sus pies, en el valle, la Granada que desde aquí se antoja serena y apacible.
Un abrazo grande con la alegría inmensa de descubrir tu faceta bloquera. A la postre, otro trozo de tu andadura entre las letras. Tu post de hoy me ha trasladado a la Alhambra y sus olores y sensaciones. Lo dicho, un abrazo tremendo.
Querido amigo JJ, celebro haber descubierto tu blog que me permitirá interactuar mas y mejor contigo.
Y he elegido esta vivencia tuya para estrenarme, porque eso que nos cuentas procuro vivirlo cada vez que puedo… Y procuro compartirlo con casi todos los amigos, numerosos, que visitan nuestra ciudad.
En unas horas saldré de viaje (con pereza pero con ilusión) hacia Lima, Arequipa y Cajamarca, ciudades maravillosas y al tiempo contradictorias, como Granada, pero antes subiré trotando al Llano de la Perdiz por las veredas de La Dehesa del Generalife… Y mis vivencias serán parejas a las que tu nos narras, y que yo apreenderé con fuerza para llevarlas en mi memoria durante mi periplo por tierras americanas.
La vida me ha reconvertido en granadino errante, y como tal, hace tiempo que incorporé en mi ritual de idas y venidas una visita a la mejor esencia de nuestro paisaje…, y ambos hemos coincidido en el lugar y en la hora.
Hoy recordaré nuestros años de juventud mientras me impregno de nuestro paisaje…