Al final, Susana Díaz, la consejera de Presidencia e Igualdad, ha sido la única que consiguió el número suficiente de avales para presentar su candidatura a la Presidencia de la Junta por el PSOE de Andalucía. Los requisitos señalaban que fueran casi 7.000 los necesarios, aunque ella superó los 22.000, casi la mitad de toda la militancia socialista en esta comunidad autónoma. Toda una demostración de fuerza y potencia en el seno de su formación.
Es cierto que el objetivo de celebrar primarias no se ha cumplido y, por tanto, fácil la crítica de un procedimiento que no las favorece ni facilita. Por tanto, mejórense, cámbiense las normas para la próxima ocasión. A pesar de eso, no parece del todo justo machacar a los socialistas andaluces cuando otros partidos no han empezado ni a moverse en ese camino de elecciones internas y necesariamente más abiertas.
El resultado de estas no primarias me temo que traiga consecuencias a la vuelta del verano. A pesar de que la precampaña, corta y de guante blanco, no ha mostrado grandes heridas entre los aspirantes consejeros, creo que la convivencia entre ambos en el mismo Consejo de Gobierno no será nada fácil. Aunque no me caracterizo por una fiable capacidad adivinatoria, aventuro que la salida de José Antonio Griñán se precipite en los próximos meses y Susana Díaz se coma al turrón como primera mujer presidenta de la Junta de Andalucía. Todo ello, también es cierto, puede estar supeditado a la postura de Izquierda Unida, pero esta mujer ya lleva algún tiempo trabajando y engrasando las relaciones con sus socios en la coalición y parece que no hay problemas. Además, pueden producirse novedades sustanciales en el ámbito judicial relacionadas con la instrucción que realiza la juez Mercedes Alaya sobre el caso de los ERE.
En fin, muchas incógnitas, por lo que el otoño que se presenta puede resultar muy interesante, incluso por el caso Bárcenas que cada día nos sorprende más. Pero permítanme que dedique unas líneas en este comentario a José Antonio Rodríguez Salas, alcalde de Jun, el tercero en discordia en este pasado intento de primarias. Su fallida aspiración ha provocado cierta conmoción gracias a su omnipresencia en redes sociales, especialmente en Twitter. El modelo que ejerce de hacer política y gestionar, abierto a la ciudadanía gracias al aprovechamiento de las nuevas tecnologías, es todo un ejemplo de modernidad y participación, a la hora de escuchar mensajes y opiniones, algo que quienes ejercen la representación popular deben tener siempre muy presente. No sólo cada cuatro años. ¿No les parece?