El alcalde de Granada ha advertido que recurriá al Ejército si continúa la huelga de basuras.
No se sabe si será para que los soldados retiren las bolsas que se amontonan alrededor de los contenedores o para disuadir a los huelguistas. Por si acaso, en el cuartel ya han colocado dos cepillos a los tanques por si hubiera que hacer una ofensiva terreste.
Por lo menos, José Torres Hurtado ha dado señales de vida al séptimo día de esta protesta, que va camino de acumular más mugre que las siete plagas de Egipto.
Lleva razón el alcalde -relativamente- cuando dice que el conflico laboral es un problema entre una empresa y sus trabajadores. Pero la basura desparramada por las aceras es un problema para los vecinos de Granada y eso quizás afecte a Torres Hurtado.
Por lo demás, el Ayuntamiento tiene que ver con la huelga de Inagra lo mismo que cuando presenta los ceniceros portatiles para las colillas, las bolsas para las cáscaras de pipas en Semana Santa o la brigada antichicles.
Puede que no sea el culpable, pero el gobierno municipal no debe ponerse de perfil mientras las calles se llenan de cochambre.
Aunque solo sea por no poner en peligro la escoba de plata de 2013.
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