Universiada de Granada, oportunidad perdida

    DOCU_IDEAL

Visto lo que estamos viendo sobre la Universiada de Invierno de Granada,  estoy convencido de  que los granadinos nos hemos equivocado al ningunear la  competición, lo que no deja de ser una impresión subjetiva a partir de las muchas declaraciones políticas que hemos oído y leído en los últimos meses y, sobre todo, a partir de los hechos que, como el algodón, no engaña. En tiempos de crisis hay que optimizar recursos. Cierto. Pero dicen los expertos que la crisis es oportunidad y esta Universiada ha sido para Granada una excelente oportunidad que no ha sabido o querido aprovechar. La presencia en la ciudad de 2.500 atletas universitarios y de  otros tantos entre acompañantes y miembros de la organización, que por cierto dejarán unos 12 millones de euros, habría sido un buen escaparate para una Sierra Nevada espléndida que ofrece una imagen excepcional por abundancia de  nieve y sol, y habría sido una más que interesante oportunidad para proyectar internacionalmente la marca Granada y su envidiable oferta turística, gastronómica y cultural.
Habría sido una buena oportunidad, sí, pero la excusa de la crisis convirtió la Universiada en un proyecto incómodo en el que no creyeron ni las instituciones públicas granadinas, ni las andaluzas ni los agentes sociales y económicos. Ni creyeron ni la quisieron y por eso se impidió que La Ragua diese el salto definitivo en el esquí de fondo y preferimos asumir el bochorno de ‘exportar’ las pruebas a Eslovaquia. Nadie quiso arriesgar en una celebración que es más que pruebas deportivas y que podría haber dado mucho más de sí por todo lo que rodea un evento de este tipo. Hemos tenido la oportunidad pero la hemos arrojado, otra vez, a ese pozo negro y profundo donde se cuece la ‘malafollá’ y la apatía granadina.
Y digo todo tras comprobar el excelente ambiente que ha generado en la ciudad, después de ver el gran nivel deportivo de algunas de las competiciones, después de ver cómo los granadinos han llenado por completo el Palacio de los Deportes o el Iglú para seguir en directo y disfrutar con el hockey sobre hielo, el patinaje artístico o el patinaje de velocidad.

   Lo que está ocurriendo está muy bien y debemos felicitar a los que están haciendo un trabajo más que digno para salvar la cara de Granada, pero podría haber sido muchísimo mejor empezando por un espectáculo de inauguración que dejó mucho que desear y siguiendo por el izado de la bandera ‘olímpica’ en el centro de Granada en un mástil de playmobil.
¡Te hemos echado de menos Paco Barranco!

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