El PP concluyó ayer su decimoséptimo congreso nacional en Sevilla, bajo el título de «compromiso con España», justo cuando nunca antes en su historia había tenido tanto poder en este país como ahora, en el Gobierno, la mayoría de las autonomías y en los municipios. El liderazgo de Mariano Rajoy, reforzado y consolidado precisamente sobre los últimos resultados electorales, no tiene fisura alguna, en un partido presidencialista, en el que ahora no caben otros personalismos. La labor de gobierno diluye mucho a la de partido. La Moncloa, la mayoría en el Congreso de Diputados, las sedes de las distintas autonomías o alcaldías que ocupan, son el mejor escaparate para mantenerse y ganar elecciones. Es en la oposición, como le ocurre al PSOE, donde hay que hacer la renovación del partido, aunque en este caso les suponga otra vuelta al pasado con algunos de sus dirigentes.
Mariano Rajoy ha conformado en sus casi ocho años de oposición un equipo fiel, cohesionado y trabajador. La mayoría de ellos ocupan cargos de responsabilidad en el Gobierno de la Nación o en alguna comunidad. Todos menos uno. Y, a la vez, casi el único histórico que ha permanecido en el círculo de máxima confianza de Rajoy, es Javier Arenas. Lo seguirá siendo también a partir de ahora, con una sola duda. ¿Será desde Madrid o desde Andalucía? La respuesta, tras el 25 de marzo.
Desde luego, en este congreso lo que más se ha querido visualizar es que en estos tiempos tan del PP también son los de Arenas para ocupar la presidencia de la Junta de Andalucía. Tiene muchas ventajas a su favor, como el desgaste de sus adversarios, con casi treinta años en el poder, así como los casos de corrupción que les afectan y la propia crisis interna que padecen los socialistas. Solo puede jugar en su contra la severa política de Rajoy, como la subida de impuestos o el abaratamiento del despido, que negó siempre. Sobre la reforma laboral, Arenas ya ha expresado que en algunos aspectos se pueden cambiar en el trámite parlamentario. ¿Le pasará factura el electorado andaluz, o todavía el PP gozará de ese manto bajo el cual se le permite hacer todo en estos momentos de crisis? Arenas sabe muy bien que para él quizá sea su última baza para jugar en Andalucía. Tiene que conquistar al electorado, no es cuestión de quedarse quieto y esperar. Hará falta que conquiste a la ciudadanía y eso se consigue con ilusión, ahora cuando la dura realidad rompe el sueño de muchos. No lo tiene fácil, pero tampoco es imposible. Rajoy fue claro el sábado: «Javier, habéis prometido el cambio a los andaluces y tenéis que cumplir. Todos vamos a apoyaros en este mes que falta para las elecciones, en el que nadie puede permitirse el lujo de sentarse a descansar». Dicho queda.