Ayer conmemoramos el 32 aniversario del 28 de febrero, la fiesta de Andalucía, marcada en la historia como la fecha en la que esta región luchó de manera democrática y en las urnas por su autonomía, gracias a la celebración del referéndum en el que se aprobó el acceso al autogobierno por la vía rápida establecida en el artículo 151 de la Constitución española. Se trató de la primera y única consulta popular así planteada en nuestro país, con el objetivo de que Andalucía fuera considerada como una comunidad ‘histórica’ y de primer nivel. Aquello supuso un naufragio para el Gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD), la fuerza mayoritaria entonces del centro-derecha en España, frente a la izquierda representada fundamentalmente por el Partido Socialista Obrero Español, cuyas tesis vencieron, lo que propició que ocupara gran parte de un espacio político que en otros lugares era y es territorio de formaciones nacionalistas.
La autonomía, a lo largo de estas más de tres décadas, ha conseguido que Andalucía acortara muchas distancias, que su subdesarrollo desapareciera. El grado de analfabetismo que sufría Andalucía, el triple que el resto del país, o la carencia de servicios sanitarios, son claros ejemplos de la vuelta de calcetín que esta región ha logrado, para situarse en puestos hasta envidiables por su crecimiento y modernidad, aunque quede mucho camino por hacer todavía.
La identidad andaluza puede ser un concepto discutido y discutible, con mayor o menor arraigo por parte de la ciudadanía, pero la conformación y vertebración política es algo irreversible y plenamente consolidada sobre bases o principios tales como la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo, como se recoge en el primer artículo del Estatuto de Autonomía.
Cada uno es libre de valorar como quiera estos treinta años de gobierno autonómico socialista, toda una hegemonía aunque revalidada por las urnas. Especialmente ahora, cuando toca ejercer la soberanía popular con el derecho al voto, en menos de un mes. Será la novena convocatoria electoral autonómica, desde 1982. En esta ocasión con la singularidad de no coincidir con los comicios nacionales. Los mensajes de los partidos y candidatos a la presidencia de la Junta no se verán solapados. Es verdad que la primera cuestión de preocupación en España y Andalucía es la crisis económica y sus consecuencias, especialmente el paro, pero también debería ser el momento de definir en estas circunstancias el mejor modelo autonómico, el necesario, adaptarlo a una realidad en la que hay que ser pragmático y llegar hasta donde se pueda, con la mejor gestión y eficacia, sin miedo a eliminar lo que sobre. Deberíamos, por tanto, celebrar y pensar sobre lo que tiene que significar el día de ayer, el 28 de febrero y la autonomía más que nunca.