Los andaluces estamos a menos de tres semanas de la cita con las urnas para elegir a los miembros del Parlamento autonómico de cada una de las provincias, aunque en definitiva se trata de decidir quién gobernará durante cuatro años esta comunidad autónoma. Nunca antes el Partido Popular se ve tan cerca del poder como ahora, según manifiestan las encuestas, alguna de las cuales incluso le coloca por encima de la barrera de la mayoría absoluta.
Esta convocatoria es ciertamente singular y novedosa no solo por la no coincidencia con las generales sino por encontrarnos en la peor situación económica jamás vivida, con unas cifras de paro verdaderamente dramáticas. En eso, hay que reconocer que el entramado empresarial, productivo y laboral no ha conseguido evolucionar a favor. La gestión autonómica desde que existe ha sido incapaz de mejorar el gran mal endémico económico y social que Andalucía sufre desde hace muchas décadas, salvo quizá el espejismo que vivimos con la burbuja inmobiliaria, cuyas consecuencias pagamos ahora.
Mientras tanto, la reforma laboral puesta en marcha por el Gobierno de Mariano Rajoy da sus primeros pasos. Es opinión generalizada que sus beneficios no se percibirán a corto plazo, incluso que puede provocar más paro. Incluso Rajoy ha anunciado otro recorte de déficit de 29.000 millones de euros, de los que 15.600 corresponden a las autonomías.
Los sindicatos, por su parte, han comenzado a movilizarse, con el horizonte de una huelga general a la vista, en un clima que debe entenderse de normalidad, como las protestas de los estudiantes, siempre y cuando no se produzcan escenas de violencia, se desarrollen por los cauces amparados en un derecho democrático, el mismo que le asiste a un gobierno recientemente elegido y, además, por mayoría absoluta, a la hora de hacer lo que crea necesario. Así, en un ejercicio de soberanía, Rajoy ha optado por fijar un déficit para este año muy superior al exigido por la UE. El jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha elogiado tal decisión por haberla planteado en la pasada campaña de noviembre.
Sea como sea, resulta imprescindible que los dos principales partidos estén de acuerdo en mantener una postura común ante los dirigentes europeos y ante la ciudadanía española y andaluza. En este momento, la lucha contra el paro es el primer y fundamental objetivo, por lo que no sobra que en políticas concretas exista un consenso entre todas la fuerzas políticas. Se trataría de que en estas elecciones autonómicas, gane quien gane, el perdedor fuera el paro. Desconozco el resultado que se producirá el próximo 25, pero mi pregunta es si una salida en Andalucía puede ser un gobierno de concentración.
¿Gobierno de Concentración? Vamos hombre, eso no se le ocurre ni al que asó la manteca. Lo que hay que hacer es desterrar al PSOE de los sillones insititucionales andaluces para, como mínimo, una década. Después de 30 años de «psoecialismo» continuado, los despachos de la Junta deben de oler a zorruno. ¿Qué funcionalidad iba a tener un Gobierno donde unos se dedicasen a intentar evitar que los otros abran los armarios para que no se descubran los cadáveres acumulados durante décadas? ¿Pero tan desastroso ve usted que haya alternancia en el Gobierno de la Junta de Andalucía como para andar todavía, ante la evidente caída del socialismo andaluz, pretendiendo que estos no se acaben de ir y que los otros no acaben de llegar? Desde luego, hay que ver lo que cuesta cambiar de régimen en Andalucía, que parece que con tal de que no ocurra lo inevitable, se buscan alternativas de lo más pintoresco. Los gobiernos de concentración son para situaciones de extrema emergencia nacional (o regional en este caso) como podría ser una guerra, un cataclismo natural, golpes de estado o cosas así, pero no para una situación de desfallecimiento económico como la que tenemos. El que nos ha llevado a esto tras 30 años de sota, caballo y rey, el que no nos ha sacado, ni nos sacará jamás, de los últimos puestos en todos los índices de paro, subdesarrollo, actividad económica y transparencia democrática, que purgue sus culpas con la hiel de la oposición durante unos años, porque es lo que se tienen merecido y porque, además, es lo que necesitan para regenerarse de verdad, por el interés suyo y el de todos.
Y luego, lo que dice usted de que sindicatos y estudiantes han empezado a movilizarse «…en un clima que ha de entenderse de normalidad» no se lo cree nadie en su sano juicio, porque lo que está ocurriendo no es sino el cumplimiento del plan establecido por el equipo de Rubalcaba (experto en agitación social, como de todos es sabido y su pasado más o menos reciente lo acredita) para incendiar las calles durante el mandato de Rajoy. Es la forma tan singular que tiene la izquierda española de entender la democracia. Aquí, o Gobierno y mando yo, o incendio las calles. El ejercicio del poder sólo se legitima si me corresponde a mí. Si son otros, eso no es legítimo y, por tanto, todo tipo de presión vale para cesar esta situación anómala, incluido el boicot, la algarada y la violencia. Y eso es lo que hay y lo que nos espera, no hay más que ver los telediarios para darse cuenta
Saludos.
¡NO MÁS CORRUPTOS EN EL PODER, POR FAVOR! ¿NO MÁS POLÍTICOS SEVILLANOS DECIDIENDO POR NOSOTROS LOS GRANADINOS!