Se cumplen estos días un año de gobiernos municipales. La Redacción de IDEAL, como ya es costumbre, evalúa a la corporación local de la capital granadina con criterios periodísticos, sobre los que se puede estar de acuerdo o no, pero que pueden servir de argumento a los lectores para realizar su propio juicio crítico. Para muchos concejales se ha tratado de un año eterno, con más sufrimientos que alegrías. Ya vendrán tiempos mejores.
Hay aspectos en los que es posible encontrar unanimidades. El primero es la crisis, la falta de recursos económicos, lo que impide el desarrollo de cualquier tipo de proyecto, porque de modelo de ciudad ni merece la pena hablar en las circunstancias en las que nos encontramos. Fundamentalmente, se trata de sobrevivir, de gestionar la escasez de recursos, siendo conscientes todos de que la pobreza es mas difícil de gobernar que la riqueza.
El equipo que dirige el alcalde, José Torres Hurtado, aunque poco cohesionado, ha afrontado con valentía y celeridad una reestructuración de las empresas municipales, aunque que quizá todavía le quede cierto recorrido y profundidad en lo de optimizar. Esto, junto a la puesta en marcha de iniciativas en materia turística, movilidad y una pacificación relativa en las relaciones con el Granada C.F., son los logros, en un tiempo en el que sí habría que censurar el crispado clima político que se vive entre el gobierno local y la oposición.
El PP, con su mayoría absoluta, puede tener los tenientes de alcalde que desee y reformar cuantos reglamentos quiera, pero no parece una práctica muy democrática intentar menoscabar a las minorías, que en nuestro sistema electoral ya sufren un gran castigo. No hay razones para llegar a una bronca como la del pleno de este viernes. El PSOE se intenta recomponer de unos resultados nefastos, que le han dejado con el menor número de concejales de su historia y, además, su líder Francisco Cuenca es víctima de un hostigamiento por las presuntas conductas irregulares de su entorno familiar. El caso está en manos de la Justicia y será ella quien dictamine y si, consecuentemente, hay que exigir responsabilidades políticas, con independencia de que quien ejerce un cargo público debe saber que tiene un techo de cristal.
La ciudadanía entiende perfectamente las dificultades económicas por las que atravesamos. Se conforma con pedir sensatez a sus representantes públicos, no quiere milagros ni imposibles, pero sí que luchen por lo que parece sensato e imprescindible. Desde el ámbito del Ayuntamiento, que se cierre la entrada al AVE a la capital, en el autonómico que se acaben cuanto antes las obras del metro. Parece una exageración que se alarguen durante dos años más, con el perjuicio para miles de vecinos y la lamentable imagen que se ofrece de una ciudad eminentemente turística. Y desde el estatal, que se concluya la A-7. No es mucho pedir ¿No les parece?