A partir de mañana lunes el Partido Popular de Andalucía inicia una nueva era. Se pone fin al ‘arenismo’, iniciado en julio de 1993, en Granada, y concluyó este fin de semana en la misma ciudad. Han sido 19 años en los que Javier Arenas ha marcado su impronta y su forma de gobernar este partido, incluso durante el paréntesis de Teófila Martínez, lo hizo desde la distancia.
Este congreso, decimotercero, ha sido algo atípico, raro. Por un lado, despedida inevitable y emotiva de quien ha sido su líder durante tanto tiempo, y de su número dos, Antonio Sanz. Se llevan a Madrid como méritos los mejores resultados de la historia del PP, salvo que la victoria autonómica no fue suficiente para alcanzar el gobierno de la Junta. Ese será el reto de Juan Ignacio Zoido, el nuevo presidente, y del equipo que conformará, aunque haya que esperar y saber si finalmente es el candidato.
Además de nostalgia, cariño hacia Arenas y un cierto sentimiento de orfandad, en el ambiente de este cónclave flotaban en el aire otras muchas preguntas sin respuestas. Se trata de ejercer la oposición en Andalucía y respaldar al poder y la gestión del Gobierno central. Algo en lo que hay que ser coherente y no lanzar mensajes contradictorios.
La crisis y los recortes han pesado como una losa en este congreso, especialmente por las medidas aprobadas en el último consejo de ministros. Los compromisarios sufrieron el mismo viernes en sus carnes el hostigamiento de los manifestantes que protestaban a la entrada del palacio de congresos. Rajoy adelantó la clausura del acto y acudió ayer tarde para evitar encontrarse hoy con una severa protesta. Una salida muy efectiva, con la que conseguía además expresar su imprescindible apoyo a una organización tan importante en su partido como es la andaluza.
Aquí recibió un baño de cariño y respaldo. Falta le hacía. Rajoy calificó este congreso de especial. No escatimó, y era de justicia, elogiar a Arenas, con el que seguro que contará en su ámbito más cercano. En su mensaje, fuera de lo partidista, apeló a la necesidad de haber tomado decisiones no agradables e impopulares. El PP de Andalucía tiene que nadar y guardar la ropa. El sucesor de Arenas tiene por delante una difícil misión. Tratará de mantener y extender ese ‘efecto Zoido’ más allá de la capital sevillana, que tanto éxito le ha dado. Parece un hombre con valores, sincero, integrador, capaz de escuchar y formar equipo. ¿Mantendrá esa impronta personal? Le caracteriza una cierta sensibilidad basada en la humildad, algo poco usual entre los que se dedican a la política, en la que la prepotencia o soberbia tienen carta de naturaleza.
Zoido cuenta en su haber ser alcalde de la gran capital de esta comunidad autónoma. Conoce, desde lo más cercano, la diversidad de esta comunidad autónoma. Y seguro que entiende que Sevilla no es toda Andalucía, aunque algunos otros se crean y estén empeñados en que así sea. ¿No les parece?