Forma parte de una de las viejas historias que rodean al quehacer periodístico la existencia de las serpientes de verano. Para quien no lo sepa, les cuento que se denomina como tales a aquellas noticias poco relevantes pero a veces sorprendentes y presentadas con ciertos tintes de exageración o dramatismo, que se producían durante el estío, fruto de la escasez de otras más importantes. Esta práctica era común entre los periódicos sensacionalistas británicos. Si el ofidio presentaba una buena veta, se le podía estirar convenientemente para sacar buenos titulares y llenar amplios espacios. Y se considera que la más famosa de estas serpientes fue el monstruo del lago Ness.
Uno, que lleva ya más de un verano en este oficio, reconoce que esto de las serpientes tiene algo de verdad. Es cierto que la información presenta una relevancia u otra en función de la que le rodea. Una noticia puede ser desplazada por otra, pero no es práctica periodística, y menos en nuestro país, crear historias cuasi inverosímiles o fantásticas.
En los últimos años, todo lo contrario, ante la paralización de la actividad política, social o económica, los contenidos estivales de los periódicos intentan ser más refrescantes o intrascendentes, pero la realidad en muchas ocasiones supera la ficción. En la memoria más reciente tenemos que en el mes de agosto de 2007 se produjo la chispa de la gran crisis económica que padecemos, la de las hipotecas basura en Estados Unidos, y el año pasado una de las agencias de calificación, Standard & Poor’s quitó la calificación de triple A a Estados Unidos, lo que desencadenó en otoño unas consecuencias bursátiles dramáticas, mientras España vivía un suplicio al borde del rescate, de donde no ha podido despegarse todavía.
Esta semana hemos vivido un cierto respiro con las pocas palabras pronunciadas por el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en apoyo de España y el euro, pero las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) nos han mostrado la cara más cruel de esta crisis, el paro, y el especial castigo que sufre esta comunidad andaluza.
Mañana lunes, Mariano Rajoy recibe a José Antonio Griñán en Moncloa. Sería deseable que entre ambos hubiera más puntos de encuentro que diferencias, porque la situación no es nada fácil. Hará falta unión y fuerza por si nos encontramos con alguna serpiente de verano muy real. ¿No les parece?