Por fin, esta semana se ha pinchado la burbuja. El propio Griñán ha dicho, aunque algo tarde, que no tiene interés en ocupar el sillón de Rubalcaba en la madrileña calle de Ferraz. El presidente del PSOE y de la Junta señaló que sus intereses se centran en Andalucía. Lógico. Impensable que quisiera encaminar sus pasos a la capital de España.
El descalabro que provocó el resultado de las elecciones gallegas y vascas entre los socialistas desató gran nerviosismo. Siempre hay quien aprovecha aquello del río revuelto, pero no es este el caso. Es probable que últimamente la relación entre ambos no sea la mejor, pero a Griñán lo que le preocupa es Andalucía y la situación desbocada en Cataluña ante las próximas elecciones que allí se celebran. Las posiciones soberanistas o independentistas del actual presidente de la Generalitat, Artur Mas, es muy posible que tengan –además de un nuevo revés para los socialistas– otro gran perdedor, Andalucía. Nuestra comunidad no puede permitir ningún tipo de privilegio o de agravio, sea por Cataluña o cualquier otra. En la defensa de ese papel es donde quiere emplearse Griñán. Lo demás son fuegos de artificio. Si de paso se hace autocrítica en el seno del PSOE, mejor que mejor, para acortar una travesía en el desierto, obligada a pagar los pecados por el último gobierno de Rodríguez Zapatero.
Desde el punto de vista orgánico, algo trascendental para quienes se dedican a la política y están inmersos en la vida de partido, tampoco descarto que el aparato socialista andaluz intente tener más presencia e influencia en Ferraz, pero ahí pagan su apoyo a Chacón y su derrota en el congreso que ganó Rubalcaba. El vencedor tiene el derecho de formar su equipo, de la misma manera que Griñán lo ha hecho en Andalucía tras el congreso regional de Almería el pasado mes de julio. Ya sabemos que los políticos tienen los adversarios en otros partidos, los enemigos están en el suyo.
Por último, Griñán puede vender su ‘entendimiento’ con Izquierda Unida, algo imprescindible para mantenerse en el gobierno, aunque lo importante más adelante será saber quién lo rentabiliza o sale perjudicado en esta coalición, si PSOE o Izquierda Unida. Su modelo puede ser exportable e incluso hay quien no descarta la formación de una ‘gran izquierda’ capaz de sobrepasar la gran oleada y hegemonía del PP.
Y tras el pinchazo de la burbuja de Griñán parece que se infla otra, la de Carme Chacón. Pero me pregunto si ahora sería el mejor momento para que una catalana, aun con raíces almerienses, fuera la líder del PSOE. ¿No les parece?