Este pasado lunes se celebró una reunión entre los dos máximos representantes de la política andaluza. El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, convocó al líder del partido de la oposición y ganador de las últimas elecciones autonómicas, Juan Ignacio Zoido. El motivo de la reunión no era otro que encontrar respaldo por parte de Griñán a esa iniciativa que ha denominado ‘Pacto por Andalucía’. Quizá sea muy pronto para saber en qué se concretará, si tendrá éxito y si el resto de fuerzas o agentes sociales estarán por la labor. Pero, sin duda, lo más importante será conocer qué espacios comunes pueden encontrar entre todos. Y, digo todos, sin excepción, aunque entre socialistas y populares se reparten más del 90 por ciento del poder en esta comunidad autónoma.
Son tiempos en los que los acuerdos se hacen imprescindibles. Las diferencias entre políticos les debilita aún más, porque la ciudadanía, a la que piden sacrificios, sufre y padece recortes, es más exigente que nunca con quien les representa. Una gran mayoría de españoles considera a la clase gobernante o en la oposición como uno de los problemas de este país.
Precisamente, esta semana hemos asistido a otro episodio más en el que se pone en tela de cuestión la honestidad de ciertos políticos y nuevos casos de corrupción, ante los que hay que ser transparentes y dejar que la Justicia actúe. Pero que lo haga de manera rápida, con los medios suficientes para que no haya casos que se resuelven después de quince años, como el relacionado con un partido catalán. Es verdad que la corrupción no puede generalizarse, pero el espectáculo es lamentable.
Aunque pueda parecer catastrofista, parece oportuna la propuesta que formuló este viernes en Sevilla Felipe González sobre un «pacto de Estado» para sacar a España de «este agujero» y acabar con la crisis «económica, social, financiera, política, territorial e institucional». Sólo me atrevo a preguntar si falta alguna crisis más.
Ni siquiera PP y PSOE se han puesto de acuerdo, al menos de momento, en la reforma de las administraciones locales, aspecto de trascendental importancia que los populares han abordado este fin de semana, con más pena que gloria en su cónclave celebrado en Almería.
Pacten, consensúen, dejen de perder el tiempo en debilitar al contrario. La confrontación conduce a poco y dedíquense a trabajar por la excelencia de la política, que no es otra que encontrar la mejora de la vida de los ciudadanos y fortalecer la democracia con la ejemplaridad. Inicien una regeneración en los partidos para que quien se vaya a dedicar a la política sepa que se tiene que someter permanentemente a un ejercicio de transparencia. ¿No les parece?