Hemos asistido esta semana a un acontecimiento. El pasado lunes, el presidente provincial del PP, Sebastián Pérez, y la secretaria general del PSOE, Teresa Jiménez, protagonizaban un encuentro ante los medios de comunicación y, por tanto, ante la sociedad granadina. La fotografía publicada al día siguiente en este periódico, en la que ambos casi se abrazaban, pasará a la pequeña o gran historia de Granada por varias razones. La primera es por su singularidad y excepcionalidad, ya que en muy pocas ocasiones los líderes de los dos principales partidos se muestran juntos dispuestos a alcanzar algún tipo de ‘pacto por Granada’. La segunda estará en función del éxito o del fracaso que alcancen.
La ciudadanía cree poco o casi nada en los políticos. No hace falta que me refiera mucho a los datos de la reciente encuesta del CIS según la cual la corrupción y el fraude son, tras el paro, el segundo problema para los españoles. Esta lacra alcanza cotas máximas históricas, por encima de las que este mismo sondeo registró en los años 94 y 95, al final del felipismo, con el caso Filesa y la financiación del PSOE, la fuga de Roldán, director general de la Guardia Civil; o el relacionado con Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, entre otros. En aquella época también existía una recesión económica, pero sensiblemente menor a la actual. Quizá la mezcla crisis-corrupción resulte explosiva, especialmente cuando los ciudadanos sufren todo tipo de recortes y el gran azote del desempleo, que en esta provincia, también lo hemos conocido estos días, afecta a más de 112.000 personas.
La sociedad quiere soluciones y salidas. El desencuentro, la confrontación y el ‘y tú más’ tienen siempre el mismo perdedor, el ciudadano. Quizá todo esto es lo que haya impulsado a Jiménez y Pérez a mostrarse dispuestos a negociar sobre los grandes proyectos de Granada. Mencionaron la lealtad institucional. Perfecto, pero sería mejor apelar a la defensa de esta tierra y sus habitantes. Ambicioso es el objetivo, la lucha contra el paro es imprescindible pero también sumamente complicada, sin olvidar el sempiterno retraso de nuestras infraestructuras y comunicaciones, que favorecerían el desarrollo económico.
Ha dado la coincidencia que pocos días después de este encuentro el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía anunciaran que están de acuerdo sobre un transporte para comunicar la Alhambra y la ciudad. Esperemos que sea el primer paso de otros muchos en los que se beneficie a Granada, en cuestiones que poco tienen que ver ideologías o criterios políticos sino técnicos, como debería ser el caso del AVE. Y tampoco estaría nada mal que a este ‘Pacto por Granada’ se sumen otras fuerzas. ¿No les parece?