Les he comentado en más de una ocasión en estas líneas que el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, jugaría un papel relevante como oposición frente al Gobierno de Mariano Rajoy. Y esta semana hemos tenido prueba de ello. Desde la consejería de Fomento y Vivienda, encabezada por Elena Cortés, miembro de Izquierda Unida, se ha puesto en marcha un decreto-ley por el que se puede expropiar por un máximo de tres años el uso, que no la propiedad, de inmuebles en los que estén a punto de ser desalojadas aquellas familias en peligro de exclusión social. Podrá también multar hasta con 9.000 euros a aquellas entidades que tengan viviendas desocupadas.
Lo que se pretende es que aflore la desocupación y bajen los precios de los alquileres. El resultado está por ver y no entiendo cómo afectará al llamado banco malo, que es fruto del dinero público, con tantas viviendas que tiene por vender.
Todo esto de los desahucios lo que ha provocado ya es una batalla al máximo nivel entre PSOE y PP. Alfredo Pérez Rubalcaba no ha tenido otro remedio que subirse al carro de la medida puesta en marcha en Andalucía, asumirla como propia y elevarla a categoría de nacional.
Los populares hablan de demagogia, mientras los socialistas señalan la función social de la medida. Desconozco quién tiene razón, pero lo único realmente importante es saber si el decreto se ajusta a la legalidad vigente y si no plantea problemas de constitucionalidad. Descalificar a priori porque sea una inspiración de IU no me parece suficiente argumento, como tampoco lo es que el PSOE se oponga por definición a cuanto proponga el PP. Estamos hartos de contemplar la descalificación de todo aquello que no salga del propio partido.
Ahora los ciudadanos buscan soluciones y los políticos deben esforzarse como nunca antes. La Iniciativa Legislativa Popular sobre este tema, con el respaldo de medio millón de firmas, es para tenerla en cuenta, aunque sea de difícil encaje. Y lo lógico es que las formaciones mayoritarias ya se hubieran unido y encontrado la solución a un grave problema.
El otro tema de relevancia en Andalucía esta semana ha sido la puesta en marcha de un pacto por la cultura. Bienvenidos sean todos los acuerdos, cuando se trata de sumar, porque bastantes restas tenemos.
En esta comunidad autónoma podemos presumir de pocas cosas desde el punto de vista económico y productivo, ni grandes industrias ni factorías y sí mucho desempleo. Nos podemos sentir orgullosos de nuestra cultura y de la creatividad artística que se desarrolla, bienes preciados y reconocidos mundialmente, por lo que cualquier intento para protegerlos y potenciarlos debe ser aplaudido. Las actividades culturales mueven el doble de empleo en Andalucía que el sector agroalimentario. Posiblemente sea una de nuestras fortalezas no rentabilizada lo suficiente. Recientemente, dos andaluces han recibido el Premio Nacional de Música, el granadino Antonio Carvajal el de Poesía y uno de cada cuatro Premios Cervantes es andaluz, el último Caballero Bonald. Entre los desahucios y la cultura no hay color, me quedo con la cultura. ¿No les parece?