Me sumaba la semana pasada al Pacto por la Cultura en Andalucía, por ser una iniciativa en la que se pretende aglutinar a todo el sector y reivindicar el justo papel que tiene en nuestra sociedad y economía. No voy a insistir que forma parte del valor identitario de Andalucía, por su patrimonio, tradiciones, folklore, creatividad, etc. Quiero llamar la atención sobre otros aspectos fundamentales e íntimamente vinculados con la cultura, entre ellos la educación.
Es imprescindible que desde la enseñanza, en el ámbito familiar o docente, se desarrollen durante la infancia los conocimientos, el talento, la innovación, el cuidado y la protección de todo aquello que es cultura. José Antonio Marina, profesor, escritor y filósofo, además de persona a quien admiro, cita a menudo un proverbio africano que dice: «Para educar a un niño hace falta la tribu entera». Se refiere al papel que no sólo deben desempeñar los padres y los profesores, sino toda la sociedad y especialmente los medios de comunicación.
Suscribo que este Pacto señale que «la cultura sea objeto fundamental e irrenunciable de los contenidos de los medios de comunicación», pero especialmente que entre las propuestas que se formulan figure la de «ampliar la alfabetización mediática, no sólo a los soportes de comunicación tradicionales sino también a Internet y a las plataformas de distribución de contenidos, como parte del modelo educativo que permita a la ciudadanía disponer de las habilidades efectivas para establecer una relación de calidad con los medios de comunicación».
En estas fechas, próximas a la celebración del Día del Libro, es obligado poner de relevancia la trascendencia que tiene la lectura como vehículo transmisor y de acceso a la cultura. Y, naturalmente, los periódicos, como impulsores de noticias, ya que incluso en internet ocho de cada diez informaciones que circulan proceden o tienen su origen en los diarios.
La Prensa es un elemento consustancial en la democracia, con un sistema basado en el derecho, la opinión pública y la ciudadanía. El debate sobre las ideas, la labor crítica y vigilante hacia los poderes públicos, siempre con la máxima consideración institucional, resultan fundamentales, especialmente, en tiempos de tantas crisis. A más periodismo, más transparencia y menos corrupción. Es necesario que desde los ámbitos políticos se reconozca, primero profesionalmente, ya que ni siquiera en el autonómico está considerada como categoría la de periodista, y después se respete su labor, desde la tolerancia, y se fomente su existencia.
Les dejo con aquella frase que dijo Arthur Miller: «Un buen periódico es una nación hablando consigo misma». Bienvenidos los pactos, la cultura y el buen periodismo. Dejo para otro día las quinielas sobre la sucesión de Rubalcaba o de los candidatos del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía. Hay tiempo. ¿No les parece?