Se ha cumplido ya un año desde la toma de posesión del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, fruto de las elecciones celebradas el 25 de marzo de 2012. Al Partido Popular le resultó insuficiente su victoria en votos y escaños, por lo que se abrió paso en esta comunidad autónoma un gobierno de coalición, inédito hasta entonces, entre PSOE e Izquierda Unida. Pocos antecedentes había en el ámbito regional, aunque sí en cantidad de ayuntamientos desde la llegada de la democracia, con las siglas del PCE como las únicas de la izquierda más allá del socialismo. Aquí era todo un experimento, nada que ver con la etapa de convivencia con el Partido Andalucista en el poder, ni con el recuerdo de aquella pinza-pesadilla que sufrió Manuel Chaves, entre el PP e IU.
José Antonio Griñán era de los pocos que creía tener posibilidades de gobernar, pero es muy posible que tuviera claro que eso sería gracias al apoyo de IU. Su sintonía con Rosa Aguilar, alcaldesa de Córdoba, a quien nombró consejera de Obras Públicas en su primer gabinete, fue una demostración de su sensibilidad y acercamiento a la coalición que lidera Diego Valderas, y evitar así el poder a los conservadores.
Griñán acertó al separar la convocatoria de las elecciones. Un año después hay que reconocerle que posiblemente abriera brecha en algo que a partir de ahora casi es indiscutible, las grandes mayorías difícilmente van a repetirse en España. El bipartidismo se resquebraja, según indican los sondeos de opinión, por lo que cualquier experiencia que resulte positiva y obtenga sus frutos le puede ser a Griñán muy beneficioso. Por el momento las encuestas, aunque muestran descontento con la Junta, peor consideran al PP.
El bipartito andaluz ha convivido con bastante normalidad, sin demasiadas chispas, menos de las que cabía esperar y aprovecharse el PP. El presidente de la Junta de Andalucía –quien además preside el PSOE–, ha ejercido de oposición frente a Rajoy. Su mensaje, basado en otra forma de hacer política, ha tenido un par de exponentes muy mediáticos. Uno, con el decreto sobre viviendas, sobre el que la Comisión Europea ha pedido información y se cuestiona su constitucionalidad, y otro, el más reciente, para evitar la exclusión social. Ambos tienen una cierta radicalización, más propia de IU, quien intentará rentabilizarlo en su momento.
Por último, la estrategias de grandes pactos puestos en marcha por la Junta tienen muy buena música, pero habrá que esperar a saber en qué quedan y si cuentan con el respaldo del PP. En lo económico, muchas dificultades financieras y de liquidez, mientras el paro alcanza cotas récord, aunque en proporción ha crecido menos que en otras regiones.
El bipartito ha superado el primer año, que suele ser complicado y difícil, pero si se le pone cariño y novedad, como en los noviazgos, todo se supera. Quedan otros tres, tiempo suficiente para tirarse los trastos a la cabeza y todavía muchas incógnitas. ¿No les parece?