Esta semana el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, ha sorprendido a propios y extraños al anunciar en el debate sobre el estado de la región que no se presentará como candidato para la renovación en este cargo. Griñán ya acertó al no hacer coincidir las elecciones autonómicas y retrasarlas de las generales, una de las razones por las que el socialismo se mantuviera en el poder, contra todo pronóstico y a pesar de la victoria del PP. Posiblemente atine ahora también.
Intuyo que las razones que le han podido influir en la decisión son muchas y variadas. La relacionada con no extender los segundos mandatos, al considerar que no se debe estar más de ocho años en el mismo cargo, le honra como a Aznar o Zapatero. Más de ese tiempo no es bueno para la institución ni para la persona, afirma en la entrevista que hoy publica IDEAL, ya que se pierde el nivel de autocrítica y la visión de la realidad. Además, a sus 67 años tiene hambre de familia y necesidades familiares que satisfacer.
Señala que el problema de los ERE ha pesado cero, pero estar permanentemente en la diana le ha podido suponer un desgaste en su entorno más íntimo. Prefiere alejarse, a la espera de lo que pueda devenir de actuaciones judiciales, incluidas también las del caso Invercaria.
Insisto en que su acierto ha podido ser la anticipación, fundamental en cualquier estrategia y más en política. Abrir ahora el melón, antes de entrar en periodos electorales, como las europeas del año próximo, ha supuesto dejar descolocados a todos, principalmente a la oposición, el Partido Popular, que tiene todavía que decidir su candidato. Iría arrastrado el PP si se produjesen unos comicios coincidentes con las europeas, debido a la ruptura de la coalición PSOE-IU. Hay que tener presente que la primera reválida son los próximos presupuestos regionales este otoño, con el dato añadido de que los aliados social-comunistas tienen un nuevo líder, que no se sienta en el consejo de gobierno, y el entendimiento puede derivar en fracaso.
Quien da primero da dos veces, por lo que con esta acción Griñán evita movimientos, posiciones o candidatos teledirigidos desde Ferraz o en la propia Andalucía, aunque se manifieste totalmente neutral ante el proceso abierto ya de primarias para finales de julio, de donde saldrá elegido su sucesor o, mejor, sucesora. Toda una transición bien ordenada y atada.
Griñán no quiere dejar campo abierto a las muchas incertidumbres existentes. Su mérito es admitir que fue nombrado digitalmente ante la salida de Manuel Chaves hacia Madrid. Pero es cierto que ha abierto el PSOE a la renovación y la democracia más de como se lo encontró, aunque todavía quede mucho por hacer.
Se trata, como no puede ser de otra manera en política, de ganar las próximas elecciones. Cuestión aparte es que tenga éxito y lo consiga. ¿No les parece?