Pasadas las fiestas navideñas, estamos ya en las estribaciones de una cuesta de enero, caracterizada habitualmente por las subidas de precios, en un año que esperemos sea mejor que el anterior. Esta semana hemos visto a los presidentes y presidentas de casi todas las comunidades autónomas, tan felices con sus discursos y mensajes institucionales. Un cierto exceso. Todos llenos de buenas intenciones, algunos metiéndose en harina, como el extremeño Monago al expresar su pensamiento respecto al nuevo proyecto de ley del gobierno sobre el aborto anunciado por el ministro Ruiz Gallardón, distanciándose de la iniciativa de su partido. Un número importante de ellos lanzó avisos para navegantes sobre pagos al fisco, especialmente Ignacio González al decir que «no va a consentir que a los madrileños se les exijan más sacrificios ni que se les pida que paguen más impuestos». Y otros se mostraron muy dispuestos a que no se produzcan privilegios, mirando a Cataluña, de cara a la nueva financiación autonómica que debe ponerse en marcha en la segunda mitad de este 2014.
Permítanme, amigos lectores, que me detenga en unas palabras que pronunció la presidenta de la Junta de Andalucía, delante del Patio de los Leones, en una singular escenografía propiciada por el bello recinto alhambreño. Susana Díaz hizo un discurso con el que mayoritariamente se puede estar de acuerdo. Fue tajante contra la corrupción y habló de impulsar un nuevo modelo económico, capaz de crear más empleo de calidad y de generar más riqueza en el territorio. Insistió de manera rotunda: «Tenemos que cambiar muchas cosas, las que hagan falta, para acabar con esa lacra insoportable del paro».
No puede ser otro el objetivo, porque con las cifras de desempleados que sufrimos no cabe la pasividad ni conformarnos a convivir con altas tasas de paro. El reto es tremendo. Se trata de alcanzar un mejor futuro y hay datos conocidos esta semana que nos hacen abrigar cierta esperanza, como que en diciembre se obtuviera un descenso de 107.000 personas. No caigamos en decir que, entre otras causas, se debe a la emigración y que muchos parados se han cansado de estar inscritos como tales. Confiemos en esa tendencia y seamos algo optimistas, porque otra cifra positiva registrada esta semana es que la famosa prima de riesgo ha bajado de los 200 puntos por primera vez en más de dos años. Compartirán que el mejor cambio en una crisis es que pasemos a la prosperidad, aunque sea poco a poco. ¿No les parece?