España pasa por ser cuna de extraordinarios dramaturgos. Del Siglo de Oro, con Calderón de la Barca y Lope de Vega, al más próximo y cercano Federico García Lorca, este país es una clara referencia de grandes autores, excelentes creaciones y brillantes representaciones teatrales. Incluso las vertientes más populares y callejeras encuentran su acomodo. Precisamente, estos días contemplamos en muchos lugares la celebración de las fiestas del carnaval, en las que los disfraces, bromas, sátiras y mentiras se convierten en originales entretenimientos para actores y espectadores.
Pero este pasado viernes unos personajes de tercera nos han querido dar gato por liebre con una supuesta entrega de armas, un esperpento. Hemos visto imágenes de enmascarados, eso sí, unas pistolas y pequeños explosivos encima de la mesa. Nos venden que en el próximo capítulo se producirá el desarme definitivo. Lo malo es que el desenlace de este despropósito ya lo conocemos, sabemos quiénes han sido los asesinos y verdugos y quiénes las víctimas inocentes. Reescribir la realidad en este bodrio, como pretenden algunos, no es otra cosa que una ofensa ante la que sólo cabe una rendición con todo el armamento y pedir perdón.
También la política tiene mucho de teatro, gestos, estética, comunicación y empatía. Si dejamos a un lado la ideología, que no es poco importante, el político lo que quiere es ganarse al público, al ciudadano, recibir el aplauso y la ovación en forma de voto en las elecciones. Con el fuerte desprestigio que sufre la clase política, es el momento de que quienes se dedican a ella hagan todos los esfuerzos por regenerarse y encontrar la suficiente credibilidad. Para ello, la transparencia es imprescindible, por lo que no parece desacertada que la ley que al respecto se ha puesto en marcha en Andalucía, como ha trascendido esta semana, imponga sanciones coercitivas para su cumplimiento y sea exigente con los partidos políticos y el dinero público que reciben.
Por último, hemos visto cómo empezaba su gira por nuestras provincias el nuevo líder de la oposición andaluza, Juan Manuel Moreno Bonilla. Representa, igual que Susana Díaz, una nueva generación. Ambos poseen una similar trayectoria, muy marcada por su pertenencia desde jóvenes a sus propias formaciones, aunque con mucha carrera por delante, ambición y ganas. Hoy y mañana, en sendas entrevistas, tienen oportunidad de conocer algo más a ambos. Espero que los dos estén dispuestos a ofrecer más puntos de encuentro que de enfrentamiento, que consideren que la ciudadanía está por encima de todo. ¿No les parece?