El comienzo de esta semana ha estado marcado por el luto y las exequias de uno de los políticos de más relevancia en la historia de España. Adolfo Suárez se ha ganado con mérito justificado los elogios de político valiente y honesto, capaz de iniciar el camino de la democracia, desde el régimen anterior, pero también de sumar en su momento a la izquierda comunista y aplacar a muchos miembros del Ejército postrados en el inmovilismo. Dimitió en vísperas del 23 de febrero de 1981, cuando el entonces teniente coronel Antonio Tejero Molina entró en el Congreso. Aquello no fue una película sino algo muy real. Si Adolfo Suárez ha dejado escritas las memorias de aquellos acontecimientos, como parece, quizá se ponga aún más en valor su espíritu de sacrificio, generosidad y altura de miras, por encima de partidismos o ansias de poder. Y, desde luego, lo que nadie puede decir es que su paso por la Moncloa le sirviera para enriquecerse. Ahora se ha recordado que tuvo que hipotecar una casa para pagar los gastos de enfermedad de su mujer y su hija, ambas víctimas mortales de cáncer. Como no pudo hacer frente a los pagos, el banco ejecutó la hipoteca. Resultaba llamativo, por tanto, ver en el funeral de Estado a sus dos inmediatos sucesores y saber que ahora tanto González como Aznar son consejeros de grandes empresas. Los tiempos cambian.
Sin embargo, ahora parece que la clase política se esmera por dar imagen de transparencia y que se entienda que en política no se está para ganar dinero. Esta semana el nuevo presidente del PP de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, hizo pública su última declaración de la renta. No mostró la declaración de su cónyuge, como ha hecho la presidenta Susana Díaz y el resto de los miembros del Consejo de Gobierno. El dirigente popular alegó el derecho que tiene su mujer y que él no puede imponer ninguna decisión. Incuestionable, como que a nadie se le obliga a estar en política. Estas prácticas de transparencia no sobran. Le honra a Moreno su renuncia a la cesantía que tenía derecho como ex secretario de Estado, ya que cobrará de su partido, a la espera de ocupar un escaño en el Senado.
Precisamente, la ley de Transparencia ha pasado el primer trámite parlamentario con la aquiescencia de todos los grupos. No está mal que la propuesta de PSOE e IU sea enriquecida por el PP. Con ella se trata de combatir el desencanto de los ciudadanos con los políticos y recuperar su confianza. Se necesita la ley, cumplirla, pero también hacen faltan gestos y mucha voluntad.
Y hemos conocido un hecho significativo, Rajoy felicitó a Díaz por el cumplimiento del déficit en Andalucía fijado para el año pasado, al quedarse en el 1,55% mientras el techo era 1,58%, lo que ha contribuido a conseguir el objetivo de España. Lo malo es que ha habido otras comunidades que no lo han hecho, a pesar de que tenían límites más elevados, como Murcia, Comunidad Valenciana o Cataluña. Me imagino que a las que no lo han cumplido Rajoy les echará por lo menos una bronca. ¿No les parece?