Susana Díaz Pacheco, sevillana y trianera, ha pasado dos de sus peores semanas. Me refiero exclusivamente en lo político y en especial desde que es presidenta de la Junta de Andalucía. Si el Viernes de Dolores tuvo que afrontar una grave situación, debido a la crisis con sus socios de Izquierda Unida, especialmente con la consejera de Fomento, Elena Cortés, a cuenta de los realojos de los vecinos que ocupaban la corrala Utopía en la capital hispalense, la Semana Santa no ha sido mucho mejor para ella.
El lunes, la presidenta Díaz tuvo ocasión de visitar Málaga con carácter privado y contemplar de cerca la imagen del Cautivo. Quizá no se sintiera todavía presa de determinadas actuaciones, pero sí tuvo previamente la valentía de reconocer la gravedad de la crisis con IU, que pensó en la convocatoria de elecciones anticipadas y admitió que se cometieron errores.
Al día siguiente, martes, presidió el Consejo de Gobierno. La versión que se dio a la Prensa es que el problema con IU ni se había abordado. Pelillos a la mar y vamos que nos vamos. El que quiso se fue de procesiones, algunos hasta hicieron de nazarenos y los laicos a lo suyo. Por la tarde, cuando Susana Díaz se preparaba para disfrutar de la magnífica Semana Santa andaluza, más allá de Sevilla, saltó la noticia sobre las investigaciones que realiza la UDEF, los servicios policiales dedicados a la lucha contra la delincuencia económica y fiscal, referidas a casos de presuntos desvíos de fondos en cursos de formación realizados desde el año 2007 a 2013. Se hablaba de un supuesto fraude de más de 2.000 millones de euros, superior por tanto al de los ERE.
La respuesta no se hace esperar. El consejero de Educación sale a la mañana siguiente con contundencia, señala que en la única investigación abierta la cifra es infinitamente inferior y que el Gobierno de Rajoy ha utilizado al Ministerio del Interior, de quien depende la citada unidad policial, para abrir una causa general contra Andalucía, ya que el tema no está judicializado. Los socialistas se creen víctimas injustos de un ataque en toda regla en vísperas de las elecciones europeas.
Susana Díaz repite lo mismo que con los ERE: transparencia, control y que nada relacionado con la corrupción vuelva a repetirse. Sin duda tiene que ser así y se paguen las responsabilidades, tanto si ha habido fraude, con el peso y castigo de la Justicia, como si se trata de una guerra política, con ceses y dimisiones. Creo que los ciudadanos esta cansados de ver muy pocos culpables. De penitencia y arrepentimiento ni hablamos. ¿No les parece?