Los partidos políticos tienen como meta inmediata los comicios al Parlamento Europeo, aunque esta convocatoria resulta bastante lejana para la mayoría de los ciudadanos y suele provocar una participación bastante inferior a las demás. Pero no es menos cierto que cada vez las decisiones europeas cobran una muy relevante importancia y trascendencia en todos los niveles de las actividades tanto personales como colectivas, que afectan a todas las administraciones.
No es fácil vender ahora Europa, cuando no se perciben ventajas o beneficios, después de que las ayudas y fondos hayan mermado sustancialmente, ni que exista un nítido liderazgo capaz de conquistar a la ciudadanía. Se tienen presentes los dictados restrictivos, recortes, cumplimientos de déficit, supervisión de los hombres de negro, mientras la señora Merkel no goza de demasiada admiración ni consideraciones sino todo lo contrario. Resulta curioso que en estas elecciones en las que se elige al presidente de la Comisión Europea, por vez primera, los anti-europeístas es muy posible que obtengan sus mejores resultados según los sondeos.
Padecemos la exageradamente rápida y masiva adhesión de países a la Unión Europea sin que tuvieran la suficiente consistencia o desarrollo, lo que ha provocado profundos desequilibrios. En esta crisis pagamos las consecuencias de los escasos avances en materia de acciones comunes en ámbitos como el financiero o el bancario y, desde el punto de vista político no somos capaces de demostrar que el Viejo Continente juega un papel relevante en la geoestrategia internacional en momentos de gran tensión, como pasa actualmente con Ucrania.
Esta Andalucía que vivimos ahora no hubiera sido posible sin la Comunidad Económica Europea, primero, o la Unión Europea después. Esta región, entre las más pobres y desfavorecidas, ha sabido utilizar los recursos, fundamentalmente en materia agrícola e infraestructuras para alcanzar grandes cotas de desarrollo y riqueza. Sin embargo, sufrimos un desgraciado y bochornos lastre, el paro, que nos sitúa como una de las peores con este problema.
Esta semana hemos conocido noticias contradictorias entre la juez Mercedes Alaya y la Audiencia Provincial de Sevilla sobre los ERE, con nuevas imputaciones. Así, la investigación de este caso se alarga cuando parecía cercana su conclusión, mientras que la relativa a los cursos de formación sigue su curso, sin que sepamos muy bien todavía su dimensión. Quien ha sido contundente, y le honra, es el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, por haber denunciado la falta de medios y de leyes para luchar contra la corrupción. Así que la pelota la tienen los que gobiernan y legislan, que se pongan manos a las obra ya. Llegan tarde. ¿No les parece?