Quién le iba a decir a Miguel Arias Cañete que unas palabras suyas pronunciadas en una mesa redonda ante periodistas en un programa matinal de televisión, a la hora de valorar el debate con Elena Valenciano la noche anterior, serían casi las únicas que darían la vuelta a España en esta campaña electoral a las europeas. El mismo cara a cara no es que levantara gran expectación, lo demuestra el escaso seguimiento de espectadores, pero las afirmaciones del exministro de Agricultura y cabeza de lista del PP se convirtieron, como reguero de pólvora, en arma arrojadiza al tacharle de machista.
Y es que las palabras también las carga el diablo. A cualquier persona se le calienta la boca en un momento determinado y es capaz de decir lo que no piensa si hubiera tenido tiempo de hacer la reflexión oportuna, pero al político se le exige un discurso impecable, a pesar de las presiones que puedan suponer los micrófonos, las cámaras. En este país, además, no estamos acostumbrados a pedir perdón o reconocer los errores, porque en lo de conjugar el verbo dimitir ya no entro. Por la boca muere el pez y no me refiero en concreto al caso de Arias Cañete, sino a quienes utilizan las redes sociales sin ser conscientes de que no son un medio de difusión privado sino público. Es verdad que cada uno puede decir lo que quiera y ejercer su libertad de expresión pero hay quienes se amparan en el anonimato para injuriar, calumniar o hacer apología del delito. Ha pasado esta semana a raíz del execrable asesinato de la presidenta de la Diputación de León. Lo que hay que hacer es castigar a quien mantenga comportamientos fuera de la ley, pero peor es que algún que otro político se comportara de esa manera, con comentarios censurables. Afortunadamente, sí se han producido dimisiones o ceses.
Conmocionados por el lamentable suceso en esta carrera a por los votos, un tanto apática entre los ciudadanos, hemos conocido en Andalucía una nueva resolución de la juez Mercedes Alaya, con nuevas imputaciones, cuando teníamos la impresión de que ya estaba el tema casi cerrado. Sorprende que se alargue todavía más, al existir serios riesgos de que prescriban algunos de los presuntos delitos.
Por último, IDEAL aporta desde ayer y hasta mañana un estudio demoscópico para información de sus lectores, no sólo referido al resultado electoral sino también a cuestiones más cercanas. Las encuestas son lo que son y tienen el valor que cada uno quiera otorgarlas. Como se dice, la mejor encuesta es la que sale de las urnas. ¿No les parece?