Pedro Sánchez es el nuevo secretario general del PSOE tras su rotunda victoria en las elecciones celebradas el pasado domingo entre los militantes de su partido, con una participación relevante. Su primera decisión ha sido que los europarlamentarios socialistas no apoyaran el nombramiento del conservador Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea. Algo que determinó Pérez Rubalcaba tras haber anunciado su dimisión. Sánchez, y los otros dos candidatos, se mostraron en contra de ese respaldo durante la campaña, por lo que su coherencia es respetable y está en sintonía con la mayoría del sentimiento de la militancia. Otra cosa son las consecuencias que pueda suponer romper algo pactado.
Les decía la semana pasada que los socialistas tenían previstas demasiadas elecciones primarias. De momento se han caído del cartel las primarias abiertas a simpatizantes para elegir candidato a la presidencia del Gobierno en noviembre. Incluso es posible que no se celebren si sólo hay un candidato, como desean los barones regionales, a pesar de que Pedro Sánchez afirmó en la campaña que las habría en este otoño. Si estas primarias hubieran sido abiertas, con lo que supone llegar más a la sociedad, quizá otro gallo cantaría.
Se abre una etapa para el PSOE con el objetivo de salir de sus peores resultados, y en el horizonte cercano están ya las municipales, en las que se debe demostrar la fuerza del partido, por ser las elecciones más próximas a la ciudadanía. Será una prueba de fuego para todos, incluso para los recién estrenados y con éxito de Podemos, si son capaces de presentarse. Sus más destacados líderes son expertos en alquimia política, pero organizar bases de muy distintas procedencias no me extrañaría que pudiera llevarles a la anarquía interna y darles algún quebradero de cabeza. Tampoco habría que descartar un pacto o fusión con IU.
Todo está por ver. Lo que ha puesto de manifiesto la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), conocida el pasado martes, es que los españoles consideraron la campaña de Podemos como la más valorada y castigaban severamente las de Arias Cañete y Valenciano. Más relevante aún es que Podemos se sitúa como tercera fuerza política, aunque este sondeo no presentaba proyecciones de voto.
Y en este resumen semanal concluyo con el espaldarazo que Mariano Rajoy dio el martes en Sevilla al presidente del PP de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Rajoy habló de él como «apuesta segura y de futuro». Me imagino que era un aviso para navegantes y quien quiera oírlo ya ha escuchado el mensaje. Sin embargo, como a todos, lo que le dará fuerza y refrendará serán las urnas. Primero, esas municipales en mayo del año que viene. ¿Pero y si a Rajoy se le ocurre adelantar las generales y las hace coincidir con las locales? ¿Y si Susana Díaz hace lo mismo con las autonómicas? Sería magnífico, tres elecciones en una y nos ahorraríamos dos campañas. Todo un laberinto para los partidos, cuya misión es encontrar la salida que les lleve a la ciudadanía. ¿No les parece?