Creo ser de la mayoría de españoles que están cansados del problema que plantean muchos catalanes, no todos ni mucho menos. Este jueves se celebró la Diada como demostración de fuerza reivindicativa del derecho al referéndum que plantea el presidente de la Generalitat, Artur Mas, para el 9 de noviembre. El que resultara más o menos exitosa para los convocantes no es suficiente para saltarse la ley o la Constitución. Tampoco les vale ampararse en una norma de carácter autonómico que aprobarán próximamente.
Planea todavía la figura de Jordi Pujol como político ejemplar pero se ha diluido como un azucarillo, por muchos defensores que tenga. Todavía nos queda por ver qué pasa con sus progenitores y sus comportamientos presuntamente corruptos, pero la herencia que ha dejado en su partido y en su sucesor no pueden ser peores. El nacionalismo catalán que creó y desarrolló pretende acabar en independencia. Artur Mas se ha convertido en un kamikaze al alimentar falsos castigos hacia Cataluña y crear sensaciones de injustos agravios. Lo malo es que desde hace tiempo se ha hecho poco por desmontar lo que no es otra cosa que manipular la historia con sentimientos fáciles y populistas. Ahora los remedios es posible que lleguen tarde.
Escribí en estas líneas que la olla catalana no se convertiría en una bomba gracias al acuerdo entre PP y PSOE. Ahora la cosa ha cambiado, el Gobierno está en una postura y la oposición en otra, mientras la presión ha aumentado. Unos están por el inmovilismo y otros por abrir el melón constitucional. Lo malo es que la negociación y el diálogo no caben cuando una de las partes tiene claro lo que quiere al final. Todo lo que se ceda por la otra será alimentar el separatismo, con el riesgo de favorecer a una comunidad en detrimento de otras. Si eso ocurre, Andalucía debería actuar como freno para impedir un escenario en el que podría ser la gran comunidad perdedora. Andalucía no es Cataluña, pero no es cuestión de permitir privilegios.
Y fuera de nuestras fronteras andaluzas, Marruecos parece más cerca por la visita que ha realizado la presidenta de la Junta. Todo un éxito culminado con la entrevista con el rey Mohamed VI, quien lleva más de diez años sin recibir a autoridades autonómicas españolas. Se esperan de la gira excelentes resultados gracias al fino trabajo y colaboración entre la Administración autonómica y Asuntos Exteriores, e incluso del máximo representante de nuestra diplomacia. Susana Díaz tiene el encargo del monarca alauí de poner en marcha un foro entre empresarios de ambos países, lo que puede venir muy bien para que inversores marroquíes lleguen a Andalucía o los nuestros sean capaces de crecer en el norte de África. En fin, que tampoco es igual Cataluña que Marruecos, pero me quedo con quien favorezca más a Andalucía y dañe menos a España.
Y Susana Díaz, después de este viaje, se enfrentará este miércoles y jueves al debate sobre el estado de la comunidad. Ha dicho que no aprovechará para anunciar algo por sorpresa, que no tiene tiempo para estar en ese runrún, pero si no está ella quién está. ¿No les parece?