Dimisiones que honran

En este país no estamos muy acostumbrados a las dimisiones en el ámbito de la política. Por eso, cuando se produce alguna causa cierta conmoción y más relevancia si se trata de un ministro del Gobierno de España. Alberto Ruiz Gallardón anunciaba este martes el abandono de la cartera de Justicia, su escaño en el Congreso e incluso que dejaba la política. El que fuera durante tres mandatos presidente de la Comunidad de Madrid y dos, alcalde de la capital de España, siempre con mayoría absoluta, entiendo que ha querido expresar su dignidad y coherencia con tal decisión, por lo que le honra.


Son muchos los políticos que funcionan a toque de corneta, sumisos, incapaces de mostrar discrepancias internas con sus dirigentes de partido, no vaya a ser que se caigan del cartel de las próximas elecciones o dejen de ocupar determinado cargo.
Precisamente, la maquinaria de los comicios municipales ya está a pleno rendimiento. La fortaleza o debilidad de los partidos se mide en esta convocatoria, que hasta ahora siempre ha marcado la tendencia para las nacionales. Nunca lo han hecho las europeas, como algunos quieren hacernos creer. No es de extrañar que Podemos decida no presentarse y preservar su imagen para no quemarla. Les resulta más fácil sumarse a una plataforma de izquierdas, porque entre otras cosas no tienen articulada una forma de partido, algo también complicado cuando tienen en su seno muy variopintas procedencias. Habrá que ver si son capaces de articular y crear una formación, que no será muy distinta de las que califican como casta. Sin duda, es mejor que se integren en el sistema, que no estar fuera de él.
En el PSOE se ha abierto el periodo de primarias y nos hemos encontrado en esta tierra alguna que otra sorpresa. En la capital almeriense donde parecía que habría dos candidatos, la cúpula del partido ha apostado por uno de ellos, por lo cual el otro ha abandonado. Ya sabemos que donde hay patrón, o patrona, no manda marinero. En Jaén capital empezaron tres candidatos, quedan dos y veremos si sólo llega uno. Se invoca evitar la división y fracturas internas, mientras en Granada intenta presentarse un muy alto cargo de la Policía ya jubilado. Extraña simbiosis de policía a político. Hay quien dice que es una maniobra para entorpecer al candidato natural, que no sea el único, y se someta a las urnas.
En fin, el PSOE enfrascado en este proceso, mientras el PP espera la decisión de sus máximos dirigentes, con Mariano Rajoy en la cúspide, para señalar digitalmente a los candidatos. Porque aquí todos, con más o menos ganas, están siempre a disposición del partido. La cuestión es si acertarán o no. La última palabra la tendrán los ciudadanos, que son los que pueden cesar a muchos de sus cargos con su voto. ¿No les parece?