Los ojos de la España política están puestos en Andalucía. El viernes comenzó la campaña de las elecciones autonómicas, con el pistoletazo formal de la pegada de carteles, algo que ya parece de otros tiempos, una antigualla. La moda ahora son las redes sociales. De una manera u otra, lo que contarán serán los votos.
Como preámbulo y de aperitivo, la víspera el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) hizo públicos los resultados del estudio realizado en esta comunidad autónoma sobre intención de voto. Cada uno los interpreta a su manera, pero insisto en que la verdadera encuesta es la que saldrá de las urnas. Mientras tanto los periodistas nos entretenemos en analizar y especular. Los políticos las utilizan en sus estrategias para convencer al electorado. Unos votantes que, según este sondeo, están todavía indecisos en cantidad muy elevada, un 41,3 por 100, con lo que podrían producirse unos resultados imprevistos. Y no digo nada de los votos ocultos.
Los candidatos que encabezan las candidaturas de los cinco principales partidos en liza se estrenan en esta carrera. La mayoría de ellos goza de una edad que evidencia un claro relevo generacional. Estamos viviendo una época sin precedentes con la irrupción de nuevas formaciones al socaire de las consecuencias de una crisis no solo económica sino también política e institucional, con un sentimiento muy extendido de que los gobernantes han fracasado.
Con ese caldo de cultivo, todos coinciden en el cambio, palabra mágica. Confiemos en que Lampedusa no tengan razón con aquello de «que todo cambie para que todo siga igual». Falta hace, porque si seguimos escuchando a algunos políticos que consideran el ataque y la descalificación como mejor arma contra el adversario, significa que no vamos por el buen el camino. Lamentable episodio el del vídeo realizado por el PP de Extremadura, para criticar con tópicos manidos la gestión socialista en Andalucía, o el intento de ridiculizar a Ciudadanos por parte de su portavoz parlamentario y diputado por Almería. Los ciudadanos estamos cansados del «y tú más», queremos propuestas reales y que se cumplan, porque imagino que contra la corrupción ya estaremos vacunados para una larga temporada.
Tras los resultados del 22 de marzo será la hora de gobernar Andalucía. Lo que se haga aquí puede marcar tendencia o puede que se trate de esperar, con la ventaja de que este año están vigentes los presupuestos autonómicos e incluso pueden prorrogarse los siguientes. La pregunta es qué pactos o alianzas se generarán tras las municipales y las autonomías no históricas de mayo, porque de las generales de noviembre o las anunciadas anticipadas en Cataluña mejor ni hablamos. ¿No les parece?