El presidente Mariano Rajoy todavía no está convencido de que su labor de gobierno haya sido el motivo de castigo en las urnas al PP de Andalucía, aunque tampoco puede culpar a su candidato, Juanma Moreno, de no haberlo dado todo, incluida una buena campaña, salvo que fuera poco conocido, algo de lo que sí es responsable al optar por él con excesivo retraso.
Rajoy considera que ha adquirido méritos más que suficientes para obtener un nuevo y sobrado respaldo electoral. Ha conseguido evitar la quiebra de este país, que no fuera rescatado y las medidas de ajuste han logrado el inicio de la creación de empleo y una recuperación económica, reconocida y aplaudida internacionalmente. ¿No son motivos de sobra? A la vista del primer paso por las urnas andaluzas parece que no. Salvando distancias y comparaciones, a veces el pueblo da la espalda en situaciones difícilmente explicables para sus gobernantes, como el caso del británico Winston Churchill, considerado como un gran líder político en tiempos de guerra no fue capaz de ganar las elecciones cuando llegó la paz.
Ante la próxima cita electoral algunos dirigentes populares están de los nervios, se ven maniobras y escuchamos reproches. Barones o baronesas de su partido, que tienen que revalidar mandato en sus comunidades autónomas, muchos alcaldes y aparatos provinciales temen por su futuro y piden cambios. ¿Qué cambios? Imagino que los que hagan falta. Se habla de nuevas estrategias, impulsos legislativos y hasta de otras caras capaces de transmitir otra imagen, porque lo fácil es decir que se hacen bien las cosas y no se percibe por la ciudadanía. Falla la comunicación, pero la acción de gobierno es comunicar y quien manda en el Gobierno, en el PP y en su comunicación es Rajoy. Esta semana ha admitido que se han podido producir errores y que habrá que corregir lo que no funcione bien. Manos a la obra se ha puesto el ministro Alfonso Alonso al rectificar la política de atención sanitaria a los inmigrantes y calificar como una equivocación que desde dentro de su partido se hubiera despreciado al adversario, en referencia a las desconsideraciones que sufrió Ciudadanos por parte de destacados correligionarios. El temor del PP se centra en que la formación de Albert Rivera crezca y ocupe gran parte de su espacio político.
Es lo mismo que le pasa al PSOE con respecto a Podemos. De momento en Andalucía la distancia del primero al segundo ha sido de más de veinte puntos. La clave para el PP es que sea capaz de diferenciarse de Ciudadanos. Está claro que su rival en los próximos comicios no será el PSOE. ¿No les parece?