El PP, la formación política española con mayor número de militantes, más de 300.000, ha celebrado en Madrid su convención política. La convocatoria de este acto, a pesar de haber sido el partido más votado en las últimas elecciones municipales y autonómicas, obedece a la pérdida significativa de poder institucional, como el caso de la alcaldía de Madrid o Valencia, el gobierno de esta región y otras muy significativas como Extremadura, Castilla-La Mancha o Aragón.
El objetivo no es otro que mantener a Mariano Rajoy en la Moncloa, quien sigue pensando que la recuperación económica y la creación de empleo serán suficientes avales, mientras otros consideran que su meritoria labor de haber salvado a España de la quiebra y el rescate ha provocado un efecto perverso por los recortes y la austeridad que han afectado negativamente a determinadas capas sociales.
La crisis ha tenido en España consecuencias revisionistas y catárticas, trufada por la corrupción y un inmovilismo de los partidos, no solo para PP y PSOE sino también para Izquierda Unida y hasta UPyD, que no han sabido regenerarse, reinventarse y cerrar el paso a otros que llegan sin pasado y con mensajes renovadores agradables de escuchar. El PP busca estos días recuperar a un electorado perdido. Empezó por incorporar a jóvenes dirigentes, ahora cambia de imagen, incluye un nuevo logotipo y una puesta en escena novedosa en esta convención, de la que se supone que debe salir un programa capaz de convencer a los ciudadanos. Pero me temo que no se trata de una cuestión estética sino de fondo, de discurso, porque la renovación en los partidos siempre se realiza desde la oposición. De momento y con el horizonte electoral próximo, otro anuncio del Gobierno que llena de satisfacción a nuestros bolsillos: la bajada de un 2 por ciento en el recibo de la luz.
Otros también pasan por lo suyo. Los de Podemos, además de cuestionarse internamente su sistema de primarias, se han encontrado con que no serán apoyados por las plataformas que han ganado en las grandes capitales españolas, al optar éstas por crear candidaturas denominadas Ahora en Común, a las que sí parece dispuesta a sumarse Izquierda Unida. La falta de unidad y la fragmentación en ese espectro de la izquierda puede mermar sustancialmente su fuerza.
Y mientras tanto el PSOE ha decidido abrir el melón constitucional con la puesta en marcha de un comité de sabios para abordar los posibles cambios. El tema es delicado con el problema catalán por medio y necesita un muy amplio consenso que no parece que esté a la vista.
¿No les parece?