Acabó el curso político y sin solución de continuidad empieza otro. En tierras andaluzas, natalicio, una feliz noticia y muestra de naturalidad y normalidad, aunque la presidenta Susana Díaz seguirá al frente pese a la baja maternal. Así es ella, de todo estará pendiente, incluso de las decisiones judiciales sobre la adjudicación de la mina de Aznalcóllar, tras la imputación de siete altos cargos de la Junta, contenta de los resultados de la encuesta electoral andaluza publicada esta semana y seguro que reflexiona ante los retos más allá de Despeñaperros, como las autonómicas catalanas y después las generales.
Este viernes el presidente del Gobierno, Mariano –a secas, como quieren que se le llame para que se le perciba como más cercano– compareció tras el Consejo de Ministros y explicó el proyecto de Presupuestos. Serán las quintas cuentas anuales que elabora el Partido Popular en esta legislatura. No hay mejor programa, la disponibilidad de fondos es imprescindible para desarrollar cualquier tipo de política, iniciativa o cargar más los recursos en unos capítulos que otros. La mayoría absoluta del PP le garantiza su aprobación, pero parece algo temerario dejarlos elaborados ante unas elecciones, cuyo desenlace es siempre imprevisible. Pero Mariano está convencido de que ganará y gobernará, sigue confiando en la buena marcha de la economía como suficiente aval, aunque habrá que ver si no necesita apoyos.
Dijo que estamos en un círculo virtuoso que si no se tuerce puede conducirnos al periodo más largo de bienestar que haya vivido este país. Lo malo para Mariano es que su partido sufre una hemorragia de votos, quizá porque se encuentre en otro tipo de círculo, me temo que vicioso. La corrupción es el azote que le persigue. Lo recientemente conocido del caso Púnica sobre hechos acaecidos no hace más de dos años atrás es un serio revés. El concepto del propio trabajo que tienen algunos de sus militantes ha sido un flaco favor para el resto. Luego, gestos como el nombramiento del anterior ministro de Educación, José Ignacio Wert, al frente de la embajada ante la OCDE en París, donde coincide con el nuevo destino de su esposa, ex secretaria de Estado, no están en la línea de la estética que demanda gran parte de la ciudadanía.
Donde Mariano se mostró contundente fue contra el independentismo catalán. Falta hace. El 27 de septiembre afrontaremos la primera reválida del nuevo curso. La mejor nota para superar el corte sería que los separatistas no obtuvieran la mayoría absoluta. Veremos.
Pero Mariano estuvo poco fino al hacer balance del curso al afirmar que había que dejar el pasado y mirar al futuro. Él, como responsable público, tiene que rendir cuentas y saber que se le juzgará en las urnas por lo que ha hecho, no como a otros que pueden prometer todo, hasta la luna, aunque luego cumplan poco. ¿No les parece?