Ya les decía que esta campaña presenta singularidades importantes. ¿Quién nos iba a decir que todo un presidente del Gobierno se prestaría a hacer un programa en la casa de Bertín Osborne? Pues lo hizo, después de haber pasado también por ella el líder de la oposición. El resultado obtenido por Rajoy, no sólo por el éxito de audiencia, ha cubierto las mejores expectativas entre las huestes del Partido Popular. Si a ello se suman los últimos buenos datos conocidos sobre el desempleo (por fin Andalucía baja del millón de parados), la recuperación económica que se expresa con el gasto navideño y la experiencia de gobierno, creen que son avales suficientes para presentarse ante el electorado, ya cansado de aventuras y gracietas que no conducen a nada.
Todos dicen que van a ganar, pero el triunfo no puede repartirse. Hay que esperar a la noche del 20D. De las encuestas me fío poco. Además, hay divergencias. Algunas señalan un triple empate, mientras otras apuntan a una holgada victoria del PP. La del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) indica que ganan los populares pero necesitarían pactar. Si como propone Pedro Sánchez se unen PSOE, Ciudadanos y Podemos, Rajoy saldría de la Moncloa. También es significativo el batacazo de los socialistas excepto aquí en Andalucía, que sería el partido más votado, lo que permite a Susana Díaz mantener gran peso en el partido y mejorar sus expectativas de futuro. No olvidemos que es la comunidad autónoma que más diputados aporta. El PP podría revalidar sólo con el apoyo de Rivera.
Ante este panorama de incertidumbre la cocina de los trabajos demoscópicos tiene que ser fina. Es el tiempo de gloria de los masterchef de los sondeos. Los hay con estrellas como el veterano Julián Santamaría, al servicio de Felipe González, o Pedro Arriola al del PP desde que fue fichado por Aznar. Desconozco si la clave está en provincias con pocos escaños, para que el partido mayoritario se mantenga, o en las más grandes, donde los restos de votos se acortan, pero en lo que coinciden los expertos es en ese nuevo fenómeno llamado volatilidad. Hoy te voto más que ayer pero menos que mañana. Hay un claro objetivo, un 40 por 100 de indecisos.
Es el tiempo de convencer con sentimientos y emociones, llegar a los jóvenes de una manera y a los más mayores de otra, más preocupados de la cámara que de los mensajes y programas. Los fogones de los asesores están que arden. Se juegan el todo por el todo en estas dos semanas. Y una gran noticia esta semana, antes de entrar en campaña, el Constitucional ha anulado la declaración secesionista del Parlamento de Cataluña. Por unanimidad y tiempo récord. Imagino que aquí también la cocina del más Alto Tribunal ha funcionado a la perfección para dar confianza a nuestro sistema y evitar veleidades que no conducen a nada. ¿No les parece?