Lo esperado. Se ha roto, no hundido, el bipartidismo. Pero por el momento no sé muy bien qué hemos parido. No haré leña del árbol caído, cuando el PP ha sido el más votado, pero necesita que el PSOE y Ciudadanos se abstengan y permitan la investidura de Mariano Rajoy, que con un mal resultado ha logrado salvar los muebles. Tampoco me voy a regodear con que los socialistas, segunda fuerza, hayan alcanzado el peor dato de su historia. La situación de Pedro Sánchez es endiablada. Ni contigo ni sin ti tienen sus males remedio. Permitir que gobierne Rajoy, malo. Si tiene que apoyarse en Podemos e independentistas, peor. Lo de la gran coalición, con Pablo Iglesias de líder de la oposición, sería la muerte del PSOE. Y como se le cuelgue el sambenito de ser culpable de nuevas elecciones, ya ni hablamos. ¿O es que hay quienes pretenden cambiar de jinetes?
Las formaciones emergentes no pueden quejarse. Venían de cero. Es verdad que en Albert Rivera había más expectativas. Será una de las cosas que debamos aprender, convivir con las encuestas, también medio de influencia en la campaña, como la ‘remontada’ ejemplar de Podemos, construida sobre no se qué base aunque les funcionó. Este nuevo tiempo nos sube a lomos de la volatilidad e inestabilidad.
Tras el fallido acercamiento entre Rajoy y Sánchez y alguna que otra conversación telefónica, esperemos la digestión de los turrones y el paso inevitable del calendario. Una primera parada será mañana lunes en el comité federal del PSOE, al que debe someterse Sánchez. Los barones regionales deberán ratificar su no a Rajoy y su rechazo a las posiciones que pretenden dividir España, como la de Podemos. La presidenta andaluza lo dijo así, alto y claro este viernes. Menos mal que el gallego será el primero en mover ficha y nos puede descolocar. Felipe VI estuvo a la altura en estas circunstancias y en su primer mensaje desde el Palacio de Oriente, abierto a todos los españoles. Habló de la pluralidad expresada en las urnas que conlleva «una forma de hacer política basada en el diálogo, la concertación y el compromiso». Ojalá que así sea, pero me temo que nuestros dirigentes no han pasado por esa escuela. Necesitan un curso acelerado y tienen poco tiempo, porque como se encastillen nos vemos otra vez ante las urnas. Lo reclamó en su mensaje el Rey, hay que «tomar las mejores decisiones que resuelvan los problemas de los ciudadanos». Todo lo contrario a lo que decía Marx, Groucho, que la política es «el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados».
No estamos para bromas, nos jugamos mucho. ¿No les parece?