Ya tenemos constituido el Congreso y Senado, con la toma de posesión de sus miembros, respectivos presidentes y cargos de las Mesas en esta undécima legislatura. Es la primera vez que el presidente de la Cámara Baja no pertenece al partido que ha ganado las elecciones. La aritmética parlamentaria lo permite y hay que respetarlo. La suma de PSOE y Ciudadanos con la abstención del PP ha hecho que el socialista y exlendakari Patxi López se convierta en la tercera autoridad española. Su elección no puede tacharse de «búnker», es un acuerdo sustentado en una amplia mayoría de diputados y votos en las urnas. Las intransigencias e imposiciones denotan en política sentimientos totalitarios. ¿No estamos en tiempos nuevos, en los que hay que buscar los acuerdos? Aún así, la democracia no ha llegado ahora como algunos quieren hacer creer. Empezó a construirse en la Transición y hemos alcanzado un sólido Estado de Derecho. Es verdad que se han cometido errores pero gozamos de una convivencia pacífica y solidaria, que también hay quienes parece que quieren destruir. Si la lucha contra la corrupción no ha sido contundente o eficaz por falta de transparencia, nadie puede ampararse en el victimismo o en la persecución. La financiación de los partidos y el cumplimiento de las leyes afecta a todos, los viejos y nuevos.
Lo visto esta semana en ambas Cámaras me ha producido cierta tristeza. Por un lado creo que en política, como todo en la vida, los gestos y la estética son sumamente importantes e imprescindibles en una sociedad en la que existen actos que conllevan cierta solemnidad y valores democráticos basados en el respeto hacia todos. Desde luego nadie puede negar el derecho de una madre a criar a su hijo con apego, pero tratar de acaparar la atención con un bebé o con una cierta vestimenta desde un escaño no deja de ser una pose con aires populistas y demagógicos.
Algunos siguen empeñados en seguir de campaña. Quizá convenga para sus intereses repetir elecciones o insistir en lograr un gobierno que parece imposible. Rajoy con su gran coalición y Sánchez con el préstamo de cuatro senadores a los independentistas para formar grupo. Aunque no afecte en las votaciones –el PP goza de mayoría absoluta- y haya sido práctica habitual de cortesía parlamentaria, facilitar ahora más fondos públicos y mayor presencia en la tribuna de oradores no es la mejor forma de corresponder a quienes quieren romper la unidad de España. ¿No les parece?
P.D. Sí aplaudo que Podemos y Ciudadanos hayan rechazado el uso de coche oficial que les correspondía a sus miembros en la Mesa del Congreso. Eso sí es un gesto de austeridad y predicar con el ejemplo. ¿No les parece?