España vive una situación casi sin precedentes. Aunque se cumplen cuarenta días de las elecciones conviene recordar que, tras la primera victoria del PP en el 96, a Aznar le costó dos meses llegar a la investidura para ser presidente. Tuvo que pasar por aquel llamado pacto del Majestic, el hotel de Barcelona donde firmó un acuerdo con CiU, según el cual el partido del entonces todopoderoso Jordi Pujol le daba su apoyo en la votación del Congreso a cambio de más competencias y dinero para Cataluña y que el PP fuera menos beligerante con los nacionalistas en aquella comunidad. Es fácil decir ahora que de aquellos polvos vienen estos lodos independentistas, cuando también se pueden hacer reproches en el mismo sentido a Rodríguez Zapatero e incluso antes a Felipe González.
La reunión que celebró ayer el PSOE no creo que facilite las cosas. Pedro Sánchez se sacó de la manga un as. Desconcertó a casi todos con eso de consultar a la militancia. Nadie puede criticar tal decisión. Desde luego, la jugada tiene que ser transparente, como él mismo dijo. Habría que empezar por conocer cómo y de qué manera se hace la consulta. Los militantes deberán saber en tiempo y forma cómo logrará los votos para la investidura y con quién se gobernará. Me temo que Sánchez, entre la espada de Podemos y la pared del PP, se equivoca de partida, no es póker. Creo que se juega a la ruleta rusa. Se puede contar con el respaldo de muchos de los 190.000 socialistas con carné, pero como la mayoría de los más de cinco millones de votantes no esté de acuerdo con su propuesta, ya sabemos a quién le ha tocado la última, última, bala. ¿Se imaginan que fuera rechazado en alguna comunidad autónoma o que luego el comité federal no ratificara ese resultado? Se dice que las armas la carga el diablo. No hay fogueo que valga.
Rajoy ya pasó palabra. Imagino que desde la distancia estará afectado por lo de la corrupción en Valencia, uno de los grandes feudos del PP, casi el único que le apoyó desde el principio. Además, no se explicará cómo le ha servido tan poco su política económica a la hora de obtener votos, con los buenos datos que hemos conocido esta semana sobre el paro y el crecimiento del Producto Interior Bruto.
Lo de Valencia y lo acontecido a la infanta Cristina me reafirma en el valor que todavía mantiene la Justicia en España como poder independiente, a pesar de los empeños partidistas en politizarla. ¿No les parece?
PD. Los miembros de la Mesa del Congreso acordaron este martes su renuncia a coches oficiales con chófer, excepto el presidente. Hay que reconocer que algo avanzamos, aunque quizá sea tarde.