El fracaso se ha producido. Los líderes políticos han mostrado su incapacidad. Cuatro meses tirados por la borda y ahora otros dos más hasta las nuevas elecciones. Desgraciadamente vivimos en una permanente campaña. Espero que los señores Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera, después de echarse mutuamente la culpa, reflexionen lo suficiente para reconocer los errores cometidos. Imagínense que el resultado del 26 de junio fuera el mismo o parecido, cosa que puede ser bastante probable. ¿Qué cara pondrán?
Convendría, por tanto, que se vayan enfriando, dejen las descalificaciones y se hagan todos un reset. El Rey parece que les recomendó amablemente que procuren a partir de ahora no caer en reproches. Vuelven a la casilla de salida, pero se supone que con experiencia de lo que no deben hacer.
No estaría de más que se pusieran de acuerdo en abaratar el coste de la campaña electoral, que se sufraga en su mayoría con fondos públicos. C’s ha propuesto una rebaja del 50 por 100, pero los socialistas se quedan en el 30 por 100, mientras otros no saben o no contestan. Me temo que al final, nada de nada.
Los líderes son los mismos, aunque algunas bajas notorias se han anunciado esta semana de las listas del PSOE, como Carmen Chacón e Irene Lozano, que pueden interpretarse de muy diversas maneras pero con la sensación de que el barco en el que navegaban hace aguas. Y como los programas también son los mismos, no hay novedades.
Para ganarse el voto útil, tampoco nos dirán con quién estarán dispuestos a pactar. Lo que sí deben tener bien claro a partir del 26J es hasta dónde son capaces de ceder. Esa es la clave, especialmente para los dos grandes partidos.
Lo expresó hace unos días Felipe González, PP y PSOE no pueden bloquearse mutuamente por lo que, al que le toque, uno debe sacrificarse para que gobierne el otro.
Tampoco creo que vayan a desarrollar una campaña más amena e innovadora. Los grandes mítines son ya del pasado, ahora les basta con pocos asistentes que sirvan de telón de fondo para las imágenes televisivas, pero me temo que de lo que nos vamos a hartar será de debates de todo tipo y condición. Nos cansarán con los mismos mensajes, la misma matraca. Por eso, insisto en que nuestros políticos se enfríen lo más que puedan para hacernos agradable la vida. Nos obligan a volver a las urnas, como si nuestro voto de diciembre no hubiera servido para nada, cuando los que no han cumplido con su obligación ni su trabajo han sido ellos. ¿No les parece?