IU ha quedado absorbida por Podemos mediante un acuerdo, el de los botellines, sellado entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Una alianza para concurrir juntas ambas formaciones a las próximas elecciones del 26 de junio. El nombre para la coalición es Unidos Podemos, pero en este país, dado tanto a la crítica y a los excesos, enseguida he oído que la denominación contiene un carácter de género discriminatorio y machista. En eso IU era mejor, izquierda y unida son femeninos, perdón, femeninas. Pierde en eso y en muchas cosas. Sus jóvenes dirigentes, al que se ha sumado Anguita, se sentían abducidos por la puesta en escena y los resultados electorales de los profesores-politólogos de Podemos. Era pura envidia ver que una formación salida del 15M, en la que IU también estuvo presente, lograba en tampoco tiempo tener tanta fuerza no sólo en la izquierda, sino incluso ocupar una tercera dimensión. Fue el primer ‘sorpasso’. La izquierda tradicional de nuestro país, cuyas raíces están en un partido que incluye el nombre de España en sus siglas, el PCE, ha sobrevivido a pesar de haber perdido la mayoría de sus referentes, pero ha mantenido su coherencia. En la memoria democrática reciente hay que reconocer su comportamiento, con aciertos y errores, pero han sabido respetar el orden institucional y eso es de valorar. Veremos qué fuerza y qué presencia tiene a partir de ahora, después de sumirse y plegarse ante un movimiento sin historia y sin ideología, con incógnitas sobre si estará dentro del sistema o fuera. Las génesis bolivarianas, populistas y extravagantes bien poco dicen de quienes intentan ocupar un espacio político a toda costa.
Las siguientes víctimas que quiere Podemos está claro que son los socialistas. Su invitación a formar candidaturas conjuntas al Senado es un episodio más de su prepotencia. Los titubeos desde el PSOE, la rebeldía existente en Valencia o los apoyos de los socialistas catalanes a Ada Colau, denotan falta de unidad, autoridad moral y, lo que es peor, de discurso, con un déficit para aportar soluciones a la gestión, de propuestas en la creación de empleo, concretar su programa, alejar la sombra de la crisis y nuevos recortes. No sólo se trata en estos comicios de someter a juicio o reválida los últimos cuatro años de Rajoy, sino de captar la ilusión de un electorado desencantado que ha escuchado cantos de sirena.
Pedro Sánchez, en este tiempo muerto entre batalla y batalla, saca del banquillo a algún que otro fichaje, como la jueza Margarita Robles o el ex ministro Borrell, dos figuras valiosas, aunque lo tendrán que demostrar para no llegar tarde a un partido que está ya en la prórroga y frenar un segundo ‘sorpasso’ ¿No les parece?