El resultado del referéndum en el Reino Unido sacude los cimientos de Europa. Las consecuencias inmediatas para la economía han sido terribles. En el caso de España, los valores del IBEX-35 cerraron el viernes con un descenso superior al 12 por 100, la mayor caída de su historia. La equivocada decisión de David Cameron le ha costado su dimisión, que se producirá en el próximo mes de octubre y pone en riesgo la misma unidad británica.
El sentimiento anti-europeo ha logrado su mayor triunfo, después de años acrecentándose a pesar de que aquel país nunca llegó a integrarse en la unión monetaria y ha mantenido una posición bastante distante y escéptica. La regulación europea en materia de coberturas y derechos sociales, la libre circulación de personas y la pérdida de soberanía son las claves de esta posición, que tiene que ver con nacionalismos trasnochados, posturas intransigentes ante el fenómeno de la inmigración e incluso en la reciente forma de afrontar el problema de los refugiados, con tintes xenófobos.
El populismo británico asentado dentro del conservadurismo ha conseguido la próxima salida de las instituciones comunitarias. Pero también es verdad que la burocracia en la gobernanza desde Bruselas y sus excesivas políticas económicas austericidas no han contribuido a fomentar los vínculos europeístas. En recuperar ese espíritu y confianza hacia una Europa unida y más fuerte deberían esforzarse todos los estados miembros.
La grieta debe cerrarse con naturalidad para evitar otras nuevas, como pretende la ultraderecha francesa que cada día gana más adeptos y otros movimientos ya existentes en Holanda o Italia, en un edificio con más de cuarenta años de historia, un proyecto construido sobre la base de un espíritu de cooperación y solidaridad entre los pueblos de este Viejo Continente. En España, donde hoy tenemos una nueva cita ante las urnas, no se han producido claras manifestaciones contra Europa.
Ninguno de las cuatro formaciones mayoritarias se han posicionado a favor del ‘Brexit’, aunque tanto Podemos como IU han enseñado la patita eurófoba en ocasiones. Estaremos atentos a los populismos, no sea que ahora se quiera entrar en esa batalla, en la que sí están los independentistas catalanes de la CUP o los vascos de Bildu. Veremos esta misma noche si el ‘Brexit’ tiene efectos en nuestras elecciones. Voten libremente hoy después de seis meses que no han servido de nada, ejerzan su derecho aunque sea con cierto enfado. Demostremos los ciudadanos más sensatez que los candidatos que no han sabido hacer su trabajo. Tienen una segunda oportunidad y ya no pueden defraudarnos. ¿No les parece?
P.D. El episodio de las grabaciones al ministro de Interior en su despacho, sea una conspiración, maniobra electoral o guerra interna policial, forma parte de una práctica deleznable y antidemocrática que hay que condenar y erradicar.