Otra semana más y seguimos en las mismas. Son ya siete meses desde las primeras elecciones y parece que poco o nada han aprendido nuestros líderes políticos, salvo socavar aún más su credibilidad y prestigio. Albert Rivera, a pesar de su descenso en votos y escaños, ha logrado esta semana un importante éxito, como es que dos de sus representantes se sienten en la Mesa del Congreso de Diputados, algo que no consiguieron en la efímera legislatura anterior. Son los juegos de la democracia parlamentaria, basada en pactos y acuerdos. Ciudadanos tiene la misma presencia en este órgano que el PSOE o Podemos. Aquí el tema, está claro, eran los sillones y algo más.
Hemos visto las estratagemas infructuosas de Podemos en busca de una alternativa para evitar la victoria de Ana Pastor, una mujer que ha dado muestras de eficacia y sumamente próxima a Rajoy. Será ella quien esté al frente de la tercera institución del Estado, dirija internamente el palacio de la madrileña Carrera de San Jerónimo, modere los debates e imprima el carácter que marque en gran medida su funcionamiento. Los demás cargos son meramente representativos, protocolarios, pero bien retribuidos. Hay quien habla de negociaciones entre el PP y los nacionalistas-independentistas de Cataluña de Artur Mas, que se lo han puesto más fácil a los populares con su abstención, a cambio muy posiblemente de que puedan constituir grupo parlamentario. Cuestión nada baladí ya que les supondrá una mayor presencia en la tribuna durante los turnos de intervención, la consiguiente repercusión mediática, así como beneficios económicos y contar con más asesores.
La clave es saber a cambio de qué. No creo que después de la refundación en el Partido Democrático Catalán y su insistencia en crear un Estado, Rajoy se ponga a estudiar y hablar catalán en la intimidad. Lo malo de todo esto es que el problema persiste y nos hemos encontrado con que el CIS de la Generalitat –sobre el que hay que tener ciertas cautelas– señala por primera vez que el ‘sí’ a la independencia supera al ‘no’.
C’s ha puesto el dedo en la llaga y anuncian que pasarán de la abstención a estar en contra de la investidura si el PP se acerca a los catalanes. En cualquier caso, los votos naranjas no son decisivos. Sí los de los socialistas, que este jueves conocían lo que piensan varios ex ministros de su propio partido. En el manifiesto, firmado también por ex dirigentes populares y destacados intelectuales, se pide tácitamente que tanto Rajoy como Sánchez no escatimen esfuerzos –incluso personales– para acabar «esta improrrogable situación del sin gobierno». Ya vamos tarde. ¿No les parece?