Ya tenemos fecha para el pleno del Congreso de Diputados en el que Mariano Rajoy se someterá a investidura como candidato a la presidencia del Gobierno. Ya saben que en la primera sesión necesita mayoría absoluta y en la segunda más votos a favor que en contra, pero a día de hoy el líder del Partido Popular no parece que pueda obtener el respaldo suficiente que le permita formar gobierno.
Rajoy ha aceptado, sin tocar una coma, las condiciones previas expuestas por Ciudadanos y este viernes comenzaron las negociaciones entre ambas formaciones para llegar a un acuerdo y que los de Rivera acaben dando su ‘sí’, algo que parece muy probable. Aparentemente se ha roto la situación de desbloqueo con la acertada iniciativa de C’s, que puede ser el principio de un gran amor con el PP, como deseaba el portavoz popular en el Congreso, Rafael Hernando.
Sin embargo, la llave la siguen teniendo los socialistas de Pedro Sánchez. Se mantienen en su negativa a Rajoy al mismo tiempo que expresan su deseo de no llegar a unas terceras elecciones, algo contradictorio. Incluso ya dice que no apoyará los Presupuestos, cuyo contenido ni siquiera conoce. No ofrecen ser alternativa pero no me extrañaría que la plantearan si fracasa Rajoy. Pablo Iglesias señaló esta semana que había acordado con Sánchez dialogar en busca de ella, pero el socialista lo negó. Alguien miente.
Rajoy no ha hecho otra cosa que esperar, no ha dado un paso adelante salvo aceptar el encargo del Rey, posiblemente espere que la olla estalle en beneficio propio. Convendría que populares y socialistas se sentaran y pusieran sobre la mesa exigencias y cesiones. La fecha del 30 de agosto propicia que se abra el periodo de dos meses para concluir con una investidura o vayamos a las terceras elecciones el día de Navidad. Esa es otra fecha cierta.
Cabe la posibilidad de que si ahora no se logra el objetivo, el Rey abra otra ronda de contactos y en ese plazo proponga un candidato distinto, del mismo partido o de otro, o de nuevo al propio Rajoy si cuenta con respaldos suficientes. Es un esperpento alargar la situación, cuando la práctica mayoría del pueblo español acepta y tiene asumido que debe ser Rajoy el que renueve su mandato en Moncloa. Más difícil y complicado sería saber por cuánto tiempo, con una legislatura endiablada en la que, sin profundos acuerdos, la estabilidad es muy posible que brille por su ausencia. ¿No les parece?