La frase «es la economía, estúpido», atribuida en su origen a la campaña de Bill Clinton que le llevó a la presidencia de Estados Unidos contra Bush (padre), me da fácil pie para comentar que el proyecto de Presupuestos Generales que esta semana llevó el ministro Cristóbal Montoro al Congreso de Diputados ha gustado poco o casi nada, ni siquiera entre las huestes del PP. Ha habido dirigentes regionales, como los valencianos, a quienes se les ha escuchado su disgusto, mientras otros evaden responsabilidades o permanecen en silencio, como el recién renovado presidente popular andaluz. Eso sí, Moreno Bonilla ha demostrado músculo y poderío al quitarse de encima a dos presidentes que no son de su cuerda, Córdoba y Jaén, por aquello de la incompatibilidad de cara a la próxima celebración de los congresos provinciales. El hecho no es nimio porque en esa clave interna se expresan las lealtades, miserias y ataduras que tiene cada uno.
Que el paro siga siendo la primera preocupación de los españoles no sorprende, mientras la economía no acabe de mejorar lo suficiente para crear más empleo y haya más fondos para inversiones y no sólo en pagar pensiones, sanidad o educación. Pero esta semana ha llamado la atención el resurgimiento de la percepción de la corrupción entre los españoles, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Ha subido más de 7 puntos con respecto a la encuesta anterior y se realizó poco después de conocerse las sentencias sobre el caso Nóos, las tarjetas ‘Black’ y también la de la trama Gürtel en Fitur. También se produjeron noticias relativas a la financiación ilegal del PP y sobre la trama Púnica, en la que está investigado el ya expresidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, lo que provocó su renuncia este martes. Ciudadanos ha hecho bandera de la transparencia y en la lucha contra la corrupción y ha hecho valer su pacto de investidura con el PP. En el punto 93 de su acuerdo ambos se comprometieron a la «separación inmediata de los cargos públicos que hayan sido imputados (ahora investigados) o encausados por delitos de corrupción». Otra cosa distinta es que ahora se considere mejor que esa decisión sea retrasada a la apertura de juicio oral e incluso hasta que se tenga una sentencia firme, en aras de la presunción de inocencia.
Como la corrupción es un arma arrojadiza entre partidos, allá cada partido con la postura que crea mejor, a sabiendas de que provoca daños electorales y, peor aún, genera una gran pérdida de confianza de la ciudadanía hacia la clase dirigente. Cada uno puede poner el listón a la altura que quiera y ejercer su responsabilidad política, que no judicial, como prefiera ante estos hechos. Y sobre la entrega de las armas de ETA me alegro muchísimo, pero no olvidaré nunca que fueron unos asesinos que mataron a casi 900 inocentes. ¿No les parece?