Los militantes del PSOE deciden hoy su futuro. Se juegan gran parte de su ser, ahora mismo como principal partido de la oposición, y volver a gobernar en el futuro. Eligen a quien ejercerá su liderazgo. Entre Susana Díaz y Pedro Sánchez hay un abismo, fruto de sus diferencias y divergencias, dos polos muy distintos que han abierto en canal a una formación política necesaria para la continuidad democrática de este país.
Según Felipe González, no habrá escisión en el PSOE. Es posible. Pero discrepo con su valoración respecto al debate entre los candidatos celebrado el lunes: «El mérito es que haya existido», porque salvo la posición algo más cómoda de Patxi López, el enfrentamiento llegó a ser excesivamente agrio. Aunque se guardaran las formas, no parece que el rencor que se respiraba vaya a diluirse sin efectos colaterales y posteriores. Es verdad que al final hemos escuchado a los tres candidatos que se ofrecían a unir el partido. Falta le hará a quien gane.
En España las primarias no tienen todavía la suficiente cultura ni arraigo, aunque este proceso se extenderá y habrá que convivir con él. En Estados Unidos, recordemos, Obama nombró secretaria de Estado a Hillary Clinton, su gran rival en el Partido Demócrata para llegar a la Casa Blanca. Aquí difícilmente veremos al perdedor de estas elecciones socialistas en la cúpula de la calle Ferraz.
La visceralidad con la que se vive la política, especialmente para quienes tienen en ella quizá su única agarradera profesional y personal, hace que las pugnas internas sean sumamente dolorosas y muy difíciles de recomponer. A partir de esta noche, mal empezarían si se cuestiona el resultado, los socialistas vivirán una especie de segunda vuelta de cara al congreso federal que celebrarán en menos de un mes. En pocos días elegirán a sus delegados y en ese cónclave tendrán que salir los distintos órganos, entre ellos la misma dirección del partido, la comisión ejecutiva federal en una lista única que será refrendada por los asistentes. ¿Se imaginan un apoyo de poco más de la mitad de los votos? Sería un despropósito. La única fórmula es la integración, pero en eso tampoco parecen tener mucha práctica o experiencia nuestros políticos.
Mientras tanto, Podemos juega su baza con la moción de censura y las movilizaciones, el Gobierno intenta una maniobra de distracción con los independentistas catalanes empeñados en un referéndum imposible e ilegal y los nuevos episodios de corrupción en torno al PP crean un magma incomprensible sobre si las fuerzas de seguridad obedecen a intereses partidistas o hay fuego amigo, como da a entender Cristina Cifuentes. Y en Andalucía, las huestes provinciales de Rajoy celebran sus congresos entre la renovación con enfrentamiento, en Jaén, y la continuidad previsible y tranquila, en Almería y Granada.
Donde hay una unanimidad sin precedentes es precisamente sobre la justa reivindicación en Granada, en apoyo de la plataforma ciudadana que reclama la capitalidad de la Justicia y en contra del desplazamiento de las nuevas salas del TSJA. Instituciones y partidos están de acuerdo en ello. Hay motivos de sobra para salir a la calle. ¿No les parece?