La moción de censura provocada por Podemos logró el resultado esperado, pero ha podido motivar algunos efectos no menores. No creo que Pablo Iglesias haya salido reforzado sino más bien lo contrario, porque su imagen y grado de rechazo le alejan de muchos como alternativa posible de gobierno de aquí a un futuro próximo.
Sin embargo, tanto él como Irene Montero, ella mejor que su compañero y a pesar de que sendas intervenciones fueron agotadoras, pusieron en evidencia y de manera descarnada el gran mal del Partido Popular, la corrupción, un tsunami que el presidente del gobierno despachó en unos minutos. Aunque no sea un mal sistémico, sí son demasiados los casos, lo que evidencia que el ciclo de Rajoy se agota.
La cuestión es si más adelante se producirá otra moción, pero esta vez de la mano de los socialistas, con Sánchez a la cabeza. Los guiños entre el nuevo portavoz del PSOE, José Luis Ábalos, e Iglesias, provocaron rápidamente que se dispararan las hipótesis de un noviazgo entre ambas formaciones, posteriormente desmentido.
La no presencia de Sánchez en el Congreso de Diputados le ha permitido salir indemne y victorioso, con el mérito reconocido de haber protagonizado una investidura que no apoyó Podemos.
Entonces y ahora se trataba de sacar a Rajoy de la Moncloa, para lo que es necesario una suma de votos en la que, entre otros, tienen que estar fuerzas independentistas. Esa es la clave. El problema catalán va por caminos inescrutables. Lo último, la aceptación por parte de Puigdemont de acudir al Congreso aunque sin votación. Es el gran reto para todos los partidos encauzar este problema, pero llegar a alianzas con quienes quieren romper España puede ser un desastre. Lo hemos visto con el agrio y hasta desagradable enfrentamiento entre Rivera e Iglesias en la Cámara Baja.
Acaba la semana con la puesta de largo del nuevo socialismo, apegado a las bases, no exenta ayer de tensión contenida aunque se aparentara un cierre de filas para que las divisiones internas no fueran signo de debilidad. Sánchez se ha hecho un equipo a su medida, aleja a quienes ostentan poderes territoriales y tendrá tiempo para digerir el paseo militar que hoy culmina con un multitudinario mitin. Saldrá renovado y promocionado del trigésimo noveno congreso federal, convocado bajo el lema ‘somos la izquierda’, un mensaje claro para militantes pero quizá excluyente a la hora de encontrar votos. Por ese objetivo se le medirá, pero las elecciones quedan lejanas, sobre todo cuando el que tiene la llave es un señor gallego, rocoso y muy previsible. ¿No les parece?