Pedro Sánchez y sus ministros tienen ya cara de pisar moqueta, utilizar coche oficial y firmar en el Boletín Oficial del Estado. Es parte de lo bueno que tiene tocar y ejercer el poder. La mayoría de ellos buscan adaptarse a la nueva realidad personal y profesional que viven. En tan poco tiempo se han dado cuenta de que la transparencia y la fugacidad forman parte consustancial del ejercicio de su cargo. Y si no que se lo pregunten a Màxim Huerta.
Lo peor es que tienen que poner la cara, a veces de circunstancias y otras de poema, como la de Pedro Sánchez el viernes por la noche en Tarragona, en el palco durante la inauguración de los Juegos de Mediterráneo. Hizo de tripas corazón entre el Rey Felipe VI y el presidente catalán. Desconozco si Quim Torra le pidió algún tipo de explicación a Sánchez por haberle llamado el Le Pen español, racista y supremacista que ahoga a la mitad de la sociedad. No tuvo que ser un rato agradable ni para el monarca ni para el socialista aguantar al independentista, pero a los tres les tocaba poner el rostro. Ya saben que en eso hay quienes van tan de victimistas sobrados que se lo pisan.
En esta semana de ajustes finos, el equipo de Sánchez ha mostrado también una doble faz. Las ministras Valerio y Calviño debutaron en la Unión Europea con mensajes contradictorios, porque mantener la subida de las pensiones no es compatible con el cumplimiento del objetivo de déficit. Lo de soplar y sorber.
También intentó nadar y guardar la ropa la ministra portavoz, Isabel Celaá, cuando opinó sobre la libertad para los de ‘La Manada’ y al final optó por romper la neutralidad entre los poderes. Y se metió en un buen jardín al señalar que el Gobierno había pedido estudiar que el servicio jurídico del Estado se personase como parte en defensa de las víctimas de los delitos sexuales, cuando los mismos estatutos de la Abogacía del Estado le impiden defender a particulares.
Problema grave es que desde las instituciones no se respalde a las mismas instituciones, especialmente por la relevancia de la separación de poderes. La brecha abierta por este caso de ‘La Manada’ debe hacer pensar a todos y actuar. Aunque no nos gusten algunas decisiones o actuaciones, las leyes se pueden cambiar pero lo que no puede uno es tomarse la justicia por su mano. Sánchez dijo durante la moción de censura que convocaría elecciones lo antes posible, pero este lunes afirmó en RTVE que pretende agotar la legislatura. Y, precisamente, para la renovación de la radiotelevisión pública, el Consejo de Ministros aprobó lo que criticó al PP, la utilización de un decreto ley. Ya sabemos que predicar y dar trigo no es lo mismo, pero ocupar la Moncloa hace que su inquilino levite por momentos. Lo habrá sentido con el sometimiento a Susana Díaz por el nombramiento del ‘sanchista’ Gómez de Celis como delegado del Gobierno en Andalucía, pero sobre todo por haber intentado acabar con el tema estrella que reclama la presidenta andaluza, un nuevo modelo de financiación autonómica. Sobre ello, Díaz no va a doblar ni un dedo, porque además tiene el acuerdo parlamentario regional con el PP y tiene claro que Andalucía es para ella lo importante. ¿Y del PP qué? Ya hablaremos otro día. Les queda mucho por hacer y espero que no acaben de machacarse unos candidatos contra otros y sean capaces de regenerarse. ¿No les parece?