El cambio en Andalucía se ha consumado. Una alternancia tan legítima con un presidente de la Junta del Partido Popular, por primera vez, como la de los gobiernos precedentes del PSOE durante casi cuatro décadas. Escenario inédito, un bipartito con Ciudadanos, que se estrena en una gestión tan relevante como es esta comunidad autónoma, ambos gracias al sustento de Vox que también inicia presencia en un parlamento regional. Nueva época en la que «las cosas no van a ser como antes», en frase del ya presidente Juanma Moreno, convertido en barón territorial de su partido, quien dejó muy claro en su investidura que es él quien manda en el PP de Andalucía. Para bien o para mal será objeto de todas las miradas para ver cómo gestiona y contenta a su derecha e izquierda.
El terreno es pantanoso, la postura de la violencia de género que abandera Vox es sumamente delicada y en su partido hay quienes se distancian de los de Abascal, como el gallego Alberto Núñez Feijóo. Se supone que la convención popular de este fin de semana, con Rajoy un día y al siguiente Aznar, tiene que servir de rearme ideológico para afrontar su futuro y encontrar una identidad propia, especialmente de esa formación de extrema derecha fundada y liderada por un ex militante, que a pesar del apoyo inicial anuncia que ejercerá oposición frente a esa coalición que estrenarán esta semana PP y CS.
Por la izquierda, el PSOE pasa por primera vez a una oposición que nunca ha ejercido. El partido deja de estar sustentado por las estructuras del poder y tiene que reiventarse, pero no me parece que el mejor camino sea llegar al Parlamento de Andalucía en autobuses cargados de militancia para montar una protesta el día de la investidura. Además, Susana Díaz es sumamente cuestionada desde la dirección federal, con Pedro Sánchez a la cabeza. Desde el Gobierno, la andaluza y vicepresidenta Carmen Calvo, hasta el número dos del partido y ministro Ábalos, no han escatimado en realzar el valor de la militancia, la misma que aupó a la sevillana a la secretaría general en Andalucía e incluso frente a Sánchez en las primarias. Lo que les faltaba a los socialistas es profundizar en esa brecha a meses de unas municipales, con unos Presupuestos en el aire y los guiños a los independentistas catalanes, a riesgo de que puedan provocar un efecto bumerán. Menos mal que por la extrema izquierda Podemos se ha abierto en canal con la espantada de Íñigo Errejón. Tras los malos resultados para los morados en Andalucía y las crisis internas que mantienen en numerosos lugares, Pablo Iglesias, atareado en las labores propias de una baja por paternidad en su vivienda residencial, tendrá motivos para sentirse preocupado cuando otro de los fundadores del partido le da la espalda, como ocurrió con Carolina Bescansa.
Son tiempos en los que una nueva política se abre paso en Andalucía, tras la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 2 de diciembre. Aunque no sepamos muy bien hacia dónde ni de qué manera, merece la pena que esta comunidad, la de mayor población de España, intente ser el mejor ejemplo de convivencia, diálogo y progreso. ¿No les parece?